atardecer en el Waraira Repano

atardecer en el Waraira Repano
atardecer en el Waraira Repano, Julio 2010

miércoles, 22 de febrero de 2012

En torno a la episteme


Benjamín Martínez


En estas breves líneas ni pretendo definir la episteme (cuestión por demás aún no resuelta), ni mucho menos establecer parámetros sobre una discusión viable. Lo que sí deseo compartir es parte del recorrido que he emprendido durante los últimos años. De esta manera esto no es más que una reflexión, que como tal, se encuentra abierta a la crítica: Toda producción de conocimiento se genera en el marco de las posibilidades de encuentro entre seres humanos, y en tanto es así, la tan alardeada objetividad se desdibuja ante la variabilidad del propio devenir histórico. Hablamos pues de un nosotros que se constituye permanentemente. Lo inacabado es la propia existencia y como tal, el propio conocer no como mero artefacto, sino como proceso inmanente de lo que vamos siendo.
La episteme podría concebirse como el proceso que permite la existencia social, en tanto elaboración de explicaciones que, en un contexto cultural dado nos permite conducirnos en sociedad, reconociendo el potencial que tiene para transformarla y en tanto es así, transformarse a sí misma. La episteme no se produce por sí sola, ni es un recurso generado por determinadas élites, es un producto histórico de hombres y mujeres que (se) reflexionan. Pero no toda reflexión es inherentemente epistémica, pues no está en la misma dimensión del sentido común. La episteme es el tamiz por medio del cual el sentido común pasa del saber originado en la cotidianidad a la praxis que la trasciende. Hablaríamos pues de una metafísica, sin duda, en tanto especulación sobre una determinada realidad. Pero la episteme no es exclusivamente pura especulación: es un proceso anclado en un contexto determinado, por lo tanto, es también política.
El saber, si bien es parte fundamental del proceso derivado de la experiencia, puede o no constituirse como genuino conocer que genera la praxis (la experiencia posibilitada como proceso emancipador); cuando el conocer alcanza la praxis, entonces, ya no es un simple conocer, pasa a ser la fundamentación de un proceso de concienciación (valoración de lo que es el sujeto y sus posibilidades de realización intelectual dentro de la cultura a la que pertenece). El conocimiento que se deriva de la experiencia es el sentido común, éste aun cuando se deriva de un contexto cultural, no siempre es politizable (reconocido como generador de transformaciones sociales). El conocimiento valorado como trascendencia es lo que podríamos denominar el núcleo de la episteme, ésta se alcanza cuando se posibilita la praxis. El conocer se deriva desde un proceso de diálogo, el cual, fundado en la crítica de las condiciones materiales e inmateriales de existencia, posibilita la realización del ser humano como intelectual.
El conocer no es el saber. El saber es el resultado de la explicación de una realidad dada, pero pensada desde el sentido común. El sentido común se deriva de la experiencia, esta se concibe como el aprendizaje del transcurrir de nuestras vidas, aunque tales vidas estén condicionadas por la ideología que nos permite conducirnos en sociedad, por ejemplo, cuando tal conducción se encuentre enajenada por la fuerza que ejerce la industria cultural del sistema capitalista sobre nuestra cognición, al punto que genera un mundo ficcional donde Lo Real se genera como consuelo ante la crueldad de la propia realidad. El saber para que se revele como conocer, debe soportarse en la crítica social. El  conocer es pues, como lo hemos advertido en otros espacios, un proceso de construcción fundado en el diálogo. No conocemos lo “evidente” sino trascendiéndolos. Sabemos que puede llover, pero no siempre conocemos por qué no llovió. Podemos saber al otro, quizás saber quién es, pero decir que lo conocemos es aventurarnos a reconocernos en él, percibiendo lo que nos une y nos diferencia. Sólo así podremos re-conocer (nos) en su (nuestro) encuentro.
La episteme es el desafío del conocer, fundado en el saber que se genera en nuestro día a día. La cultura, no es ser “culto”, ni “cultivarse”, ni mucho menos es sinónimo de “educación”. La cultura es el soporte que, generado en la cotidianidad, permite reconocernos como intelectuales. Y en tanto es así, posibilitar ser quienes somos y podemos llegar a ser.
Así pues, cuando decimos que estamos generando una episteme quiere decir que estamos reconociéndonos en un contexto cultural como sujetos políticos que poseemos distintos saberes y que estamos protagonizando una praxis en función de nuestra propia existencia como sujetos diferenciados.
La episteme desde este horizonte no es ni dogmática (como suelen ser algunas prácticas universitarias), pero tampoco es “todo lo que explica la realidad”, porque ya hemos visto que sólo un pensamiento crítico puede trascender Lo Real, no para otorgarle sentido, sino para saber que “El Sentido” no es uno sólo, y que depende de los condicionantes ideológicos que le dan soporte. La episteme no está exenta de tales condicionamientos, pero cuando se realza en función de un conocer (se) para sí, se revela ante lo que puede imposibilitarla reconociendo sus propias limitaciones. Todo intelectual que se precie en vías de serlo debe reconocer que es tan capaz de producir episteme como de someterse a su crítica. Sólo el pensamiento crítico generado en la praxis produce la episteme -y viceversa-.
Caracas, Coche, 17 de febrero. 1:05pm – 22 de febrero, 11:57am.

viernes, 10 de febrero de 2012

Manifiesto del II E.R.E.P.E. Marzo, 2008

Manifiesto del II Encuentro Regional Epistemología Para la Emancipación. Aldea Universitaria UBV Misión Sucre. Tinaquillo, Estado Cojedes. 30 de Marzo de 2008.

A casi seis meses de habernos comprometidos como hermanos de lucha, como intelectuales comunitarios, capaces de afrontar las limitaciones propias de nuestra propia cotidianidad, aquella medianoche de Octubre de 2007, en el Campamento Montaña Mágica, donde realizáramos el II Encuentro Nacional Epistemología para la Emancipación, nos hemos reunido en Tinaquillo, Estado Cojedes, por primera vez en una Granja, y en una Aldea Universitaria.

Hemos debatido, no tan intensamente como lo pensáramos, pero sí de manera muy precisa, pudiendo abordar tres ejes centrales: La participación, la metodología y el compromiso en función de transformar las complejas realidades de nuestra cotidianidad.

Ejes potenciados con una gran cantidad de temas expuestos: Metodología Acción Participativa (ponencia), Metodología Emancipadora (ponencia), La Magia del Trabajo en Equipo (taller), Participación y Empoderamiento (taller), Leptopirosis (ponencia), Dengue (ponencia), Autoestima (mesa de trabajo), Evaluación de Impacto Ambiental (mesa de trabajo), Deforestación (mesa de trabajo), Aprovechamiento Racional del Agua (mesa de trabajo), Mal de Chagas (ponencia), Salud Bucal (taller), Prevención de Accidentes Viales (ponencia), Importancia de una Oficina de Gestión Ambiental en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía (ponencia) y finalmente, un recorrido histórico por lo que ha sido el ETEPE desde su consolidación como Equipo de Trabajo Intercultural e Interdisciplinario hasta la actualidad (ponencia de cierre).

Hemos comprendido que a pesar de que estableciéramos colectivamente unos  Estatutos en la práctica no han sido seguidos como debe ser. Sin embargo, hemos fortalecido indudablemente lo que es la esencia de este Equipo que, recordemos, es algo voluntario.


En la realización de este II Encuentro Regional Epistemología Para la Emancipación (II EREPE), el ETEPE se configura como un proceso de concientización, y muestra sus limitaciones tanto afectivas como ideológicas, impulsos inevitables del quehacer universitario, pero más trascendente aún, la ruptura de la lógica unidimensional que día a día se proyecta a veces tan sublimemente que no nos damos cuenta de sus nefastas consecuencias como por ejemplo, pensar que el conocimiento es uno sólo, o que la episteme no es más que acción social.

Los que desde el viernes 28 de marzo pudimos darnos cuenta de los errores que cometemos al pensar que existe una única verdad, sostenemos que es necesario una revisión profunda de lo que deseamos construir como equipo de trabajo impulsor de un verdadero y genuino diálogo de saberes.

Una sed de conocimientos se muestra en cada una de las apreciaciones que los miembros del ETEPE realizamos en este encuentro. Al cierre de este compartir, reflexionamos sobre la importancia de centrar la discusión en cómo nos representamos en tanto intelectuales comunitarios, y cómo desde allí, lo que consideramos una epistemología emancipadora comienza a vislumbrarse, sin pasar por encima de lo que hemos venido construyendo desde que redactáramos el Primer Manifiesto.

En aquél manifiesto establecimos que nuestros encuentros sean nacionales o regionales, deben realizarse en espacios geopolíticos esencialmente rurales donde no existe prácticamente presencia de instituciones que puedan acelerar verdaderos procesos liberadores. Allí, donde la gente todavía mantiene ideales nobles por el establecimiento de una mejor sociedad, donde la reciprocidad es el fundamento del entendimiento humano, consideramos que es donde puede y debe establecerse un verdadero desarrollo endógeno. Sin excluir las posibles y necesarias conexiones con lo urbano, el vínculo lo establecemos desde la propia consideración epistémica de lo que es un Equipo de Trabajo en función de la libre autodeterminación de los pueblos.

Es así como resaltan algunos testimonios de quienes hemos sido fieles a una praxis tan intercultural como interdisciplinaria:

“Durante estos eventos he visto que de verdad hay un equipo que quiere luchar para seguir empoderandose de conocimientos y aprender mucho más” (Karla Jaén)

“¿Qué no he aprendido? Son tantas cosas bellas, las cosas más hermosas como ser humano, el amor a lo que hago, lo que aprendo de los demás, son muchos los sentimientos encontrados alegrías-tristezas, pero ante todo, mucha unión” (Martha Ordoñez)

“Creo que el Equipo a partir del encuentro realizado en la ciudad de Valencia, se ha fortalecido, madurado y unificando un poco más. Hemos tenido altas y bajas, pero de ellas hemos aprendido a ser más responsables, maduros, solidarios, compartir, a ser tolerantes y aceptarnos. Además he adquirido mayor interés por compartir conocimientos con los demás compañeros” (Ada Sánchez)

“He aprendido a crecer como persona, a vencer obstáculos para alcanzar los objetivos trazados en cada encuentro, a compartir con los demás compañeros, y a enfrentar situaciones difíciles y a reconocer que aunque existen diferencias, tenemos un gran espíritu de lucha para mantenernos como equipo” (José Aponte)

“No es mentira que hemos tenido muchos tropiezos en cosas para lograr los fines que queremos, sin embargo considero que nuestro equipo está integrado por personas conscientes y luchadoras que tienen ganas de conseguir un fin hermoso. Lo que puedo decir para mí, es que esto es un comienzo y creo que debemos apoyarnos de cosas buenas o malas para ser cada día mejor. Tenemos que luchar pero sé que esa lucha nos hará grandes de conocimiento y corazón” (Erika Franca)

“Me siento muy contento de participar en el ETEPE, me he realizado como siempre lo soñé, ser un luchador social y de verdad, con el ETEPE hemos pasado momentos difíciles y gracias a Dios, lo hemos superado, la idea es luchar y el que persevera gana. He ganado muchos amigos y amigas y que Dios siempre nos mantenga unidos y que Dios nos bendiga”. (José León)

Todo en pos de ir asumiéndonos como intelectuales comprometidos con nuestros propios ámbitos disciplinares, pero al mismo tiempo, conscientes de que esas “fronteras” entre las ciencias, no son más que el resultado de acciones precisas en función del dominio del capital por encima de las condiciones humanas, y no precisamente en función de la transformación de las mismas. 

Intelectualidad como fuente de poder, como génesis de la transformación radical del Ser. Educación como liberación, desde una Metodología que reconozca las diferencias y posibilite la comprensión entre cada hombre y cada mujer, adolescente, niño, niña, todos unidos en función de una sociedad más equitativa.

Hoy podemos expresar la epistemología como impulso y resultado de una praxis especificada desde una racionalidad dialéctica, desprendida del Ser y retornada a él, como condición de lo propio compartido, de lo múltiple vivido en la experiencia.

Epistemología como el “estar con un grupo de compañeros compartiendo ideas, razonando y valorando a cada uno de ellos”. (América Chirino), o bien como “Empoderarse de conocimientos y ponerlos en prácticas en pro de la calidad de vida”. (Yoileth Echenagucia), para finalmente comprender, que la emancipación es sinónimo de “autorrealización, de cómo puedo ayudar a los demás” (Jennifer Trasladino)

Apreciaciones, entre muchas otras, que de alguna u otra manera hemos venido consolidando entre reuniones, asambleas, recorridos ecológicos, conversaciones telefónicas, vía mensajes de texto o de voz, chateos vía internet, valiéndonos de nuestro acervo cultural y tecnológico, pero también de una afectividad fortalecida en lo propio que se abre a lo desconocido.

Hemos sido lo que somos, preocupándonos especialmente por la dimensión formativa de nuestros hermanos, siempre desde la autoevaluación de lo que deseamos realmente ser como sujetos políticos, transformadores de nuestra propia existencia en función de ella misma.

En esta oportunidad, de manera enérgica seguimos compartiendo la fé de comprendernos como parte esencial de una misma melodía, eliminando de nuestros corazones todo pensamiento y toda acción que no permita el florecimiento del amor para y desde la verdadera humanidad, ser ella misma en toda su plenitud.

En la Aldea Universitaria José Laurencio Silva. Municipio Falcón. Tinaquillo, Estado Cojedes, a los 30 días del mes de Marzo de 2008. Los que hemos reconocido la importancia de estar siempre juntos y no sólo en la realización del II EREPE:


1.    Ada Sánchez (Caracas),
2.    Adriana Noemí Malpica Talavera (Valencia),
3.    América Chirinos (Puerto Cabello),
4.    Benjamín Eduardo Martínez Hernández (Caracas),
5.    Carmen Villegas (Tinaquillo),
6.    Daniel Páez (Tinaquillo),
7.    Erika Franca (Caracas),
8.    Fénix Rojas (Caracas),
9.    Ismaris Mencias (Puerto Cabello),
10.    Jennifer García (Caracas),
11.    Jennifer Trasladino (Puerto Cabello),
12.    José León (Puerto Cabello),
13.    José Aponte (Tinaquillo),
14.    Jordanny González (Puerto Cabello),
15.    Karla Jaén (Caracas), 
16.    Katiuska Pineda (Tinaquillo),
17.    Lucio Aponte (Tinaquillo),
18.    Manuel Terán (Tinaquillo),
19.    María Colmenares (Puerto Cabello),
20.    Martha Ordoñez (Tinaquillo),
21.    Nelly Alvarado (Caracas),
22.    Reinaldo Pedroza (Valles del Tuy)
23.    Tulio Polanco (Tinaquillo),
24.    Sor Sánchez (Puerto Cabello),
25.    Xion Medina (Estado Vargas),
26.    Yoileth Echenagucia (Caracas),
27.    Yusbaly Yvirma (Caracas),
28.    William Ospina (Caracas),
29.    Zenaida Quiñónez (Tinaquillo)




lunes, 6 de febrero de 2012

La episteme como horizonte


Observaciones para el programa de
Metodología de la Investigación[1]

Prof. Benjamín Martínez


Observaciones para la primera unidad:
“La episteme como fundamentación metodológica”

Debe ser un primer momento de reflexión sobre la crisis del pensamiento científico contemporáneo, desde la óptica del paradigma de la complejidad (Morin, Maturana y similares)  y la transdisciplinariedad (Martínez Miguélez). Realzar la episteme como un proceso de acercamiento a la realidad, cómo desde el sentir y el diálogo, se concretizan vías de reflexión en función de la deslegitimación de la distancia positivista dogmática objeto céntrica (Sujeto – Objeto de investigación), en función de la cercanía, y el encuentro de las intelectualidades emergentes (sujeto investigador – sujeto investigador), donde cualquier horizonte reflexivo es atravesado por la ontología ética que permite la ubicación de los participantes en un proceso de investigación, reconociendo que cada ser humano protagonista es un intelectual creativo, explorador de su cultura (Gramsci). Se trata, en todo caso, en reconocer el potencial de cada uno de los participantes en la producción de un conocimiento surgido de la reflexividad. De esta manera los procesos de indagación (en diversos temas de estudio), se generan partiendo de los campos sociales de interés.
Por ejemplo, un proyecto de investigación sobre la devaluación monetaria y su impacto en la administración aduanera, tiene que considerar necesariamente, el momento histórico, las consideraciones éticas para el abordaje de tal realidad, pero sobre todo los valores que, generados en las condiciones culturales, determinan la comprensión de la realidad.

Lo anterior, aunado con las concepciones económicas (valor, costo y similares), debe tener presente, que sólo dialogando con ésta y otras dimensiones, desde un enfoque dialéctico (en tanto crítica permanente de la realidad), es que puede surgir una episteme capaz de generar la transformación de la realidad. Sólo podremos tener una metodología óptima en el proceso de aprendizaje, si la consideramos como dimensión inmanente de lo real, esto es, como sendero inevitable de conocimiento.


Se propone, por ende:

·         Valorar la crisis de la retórica positivista como fundamentación idónea de nuevas vías para la comprensión de lo social.

·         Reconocer el “paradigma” de la complejidad como vehículo hermenéutico de las racionalidades que configuran lo social.

·         Asumir el reto de desmontar el dogmatismo positivista en función de la apertura plural de la episteme ante las transformaciones históricas que vive la ciencia contemporánea.

·         Considerar el conocimiento de cada uno de los participantes como intelectuales con un acervo histórico, político y cultural indispensable para la generación epistémica en función de la praxis.





[1] Aportes para un programa de metodología de la investigación. (pensado desde la ENAHP – IUT, Febrero, 2012).