Día hermoso este Domingo de Resurrección, 8
de abril de 2012, día en que no hay sermones, ni silbidos, ni letras que puedan
definir con exactitud lo que la contemplación alcanza. Hoy tan sólo un
agradecimiento. Una alabanza. Bienaventurados los que son capaces de trascender
la contemplación, los que pueden percibir la hermosa sintonía del estar vivos.
Vivir no es sencillo, precisamente porque hay quienes no reconocen la
trascendencia de lo cotidiano. Tiempo de regocijo, tiempo sagrado. El tiempo es
quien pule la joya que somos. Mirar no es contemplar, contemplar es orar. La
poesía es más que un contemplar y un describir. La poesía no es ni sonrisa ni
tristeza, ni lágrima ni compasión, ni estallido ni silencio. La poesía es la
poesía. El poema es el contenido, pero la poesía es la forma, la poesía es la
vasija, el poema es lo que ella contiene. Domingo de Resurrección, domingo de
poesía. El poema no es un sendero, la poesía tampoco lo es, la poesía traduce
nuestros pasos sin necesidad de que ella misma avance. Poesía es resurrección
permanente, es Adviento, Pascua y Cuaresma, nunca fusil, ni combate, es
esperanza, es soledad y compañía. Poesía dialéctica, esa es mi poesía. Día
eterno, día de resurrección, todos los días son poesía. Y tú eres mi poesía, mi
resurrección permanente. En ti me encuentro y me fugo. La poesía no es una
palabra ni una frase, es cuerpo y meditación. Sol del desierto, luna de la ciudad.
Fiera. Estrella. Sendero. Druida. Sanedrín. Profeta. Ninguna palabra, ninguna
estrategia. La poesía es inasible como la misma resurrección. La poesía no es
resurrección. Ni día ni noche. Tan sólo es poesía. No pretende alcanzarte ni
soñarte, tan sólo ser poesía.
Benjamín Martínez
1:29pm