Paulo Freire y la Revolución Cubana: Reflexiones para las urgencias de la praxis.
Felipe de J. Pérez Cruz*
El estudio de las relaciones de Paulo Freire (1921-1997)[i]
con la Revolución Cubana, trabaja un interesante campo de las investigaciones
pedagógicas e históricas, que aún no ha sido suficientemente tratado. Que tiene
necesariamente que ver, con la obra del más importante pedagogo latinoamericano
de finales del Siglo XX, en el escenario y vínculo dialéctico con una
Revolución, cuya hazaña y fortaleza lo nutrió y trascendió.
En el presente artículo solo podré detenerme en bosquejar los contextos de
partida, el interesante mosaico de circunstancias internacionales y nacionales
que se concitaron, las raigales luchas latinoamericanas y mundiales de la época,
y la participación y protagonismo que en ellas tienen el pedagogo brasileño y
la Revolución Cubana. La figura de Paulo
Freire ha sido muy estudiada, sin embargo, pienso que el enfoque que propongo,
puede aportar a los especialistas y el público en general, un ángulo hasta
ahora no suficientemente dibujado. En lo
que se refiere a la historia de la educación y la pedagogía en la Revolución
Cubana, el abordaje del fenómeno
educacional revolucionario en su interconexión con el escenario latinoamericano,
africano y mundial, resulta una tarea no muy atendida por la literatura social.
De muy poco nos serviría un estudio como el presente, si al menos no contribuye
a la crítica de nuestra historia y en consecuencia, a desbrozar desde esta, el
complejo panorama que vivimos[ii].
Como la mayoría de las personas de su generación Paulo Freire sintió
siempre una profunda simpatía por la Revolución Cubana. A Rosa María Torres le
confesaría en 1988: “Yo tengo una pasión especial por Cuba” (Freire, 1996, p 16). Con Cuba estaría además muy ligado por el hecho de que su esposa Elza “su
educadora…su amante y profesora de sus hijos” como gustaba referirse, “amaba a
Cuba” (Freire: 1997, p 14).
Freire reconoce reiteradamente entre sus fuentes nutricias a José Martí,
Héroe Nacional cubano, y uno de los pensadores y pedagogos imprescindibles en
la historia de las ideas, la cultura y la educación del Siglo XIX americano.
Martí es considerado el autor intelectual de la actual Revolución Cubana. Una
vez le preguntaron si él se había inspirado en Martí y dijo que todo el que lee
a Martí se queda inspirado y llega de
alguna manera a interiorizarlo (Miguens Lado: 2007).
Desde Martí Freire siguió de cerca el pensamiento de Ernesto Che Guevara y
Fidel Castro Ruz. En Pedagogía del Oprimido, cita al Che para insistir en la
necesidad de considerar el grado de hegemonía ideológica y psicológica que
alcanza la cultura dominante -“el opresor introproyectado en el oprimido”- en
las masas. (Freire, 1970). “Che Guevara
–afirmará Freire- me tocó y continúa tocándome por una serie de cualidades
humanas e intelectuales. Como un hombre que peleó, un hombre que luchó, un
hombre que se expuso como yo nunca me expuse. Un hombre que continúa
testimoniando un coraje manso, un coraje dignificante. Y como un hombre que
también pensó, y puso en el papel de una manera muy convincente y bonita las
reflexiones que hizo sobre la práctica” (Claudia Korol,
1993). Freire define a Fidel y al Che con la categoría de
“pedagogos de la revolución” (Paulo Freire 1997, p
20).
Paulo Freire y la época
del triunfo de la Revolución Cubana
Brasil
desde finales de la década del cincuenta del pasado Siglo, fue escenario de un
complejo proceso de luchas por la construcción de un país moderno y
desarrollado, en el que aparece una fuerte y compleja disputa del poder
oligárquico, por sectores burgueses y tecnócratas nacionalistas comprometidos
con un proyecto país moderno, y se
destaca el crecimiento de las organizaciones de izquierda, del movimiento
obrero y campesino, y las reivindicaciones
populares. En el Nordeste, lugar de miseria extrema, las tensiones sociales
eran explosivas. En tal escenario de conflictos sociales y radicalización de
reivindicaciones, surge a la vida
política Paulo Freire.
Paulo Freire va a ser parte de una generación
de intelectuales y activistas católicos que en los inicios de los años
cincuenta — ligados a la Conferencia Nacional de los Bispos de Brasil (CNBB), a
los sindicatos y a la plataforma de Acción Católica[iii]
— pasaron a asumir posiciones de apoyo a las luchas populares. Hijo de una
familia de clase media en Recife; Freire en 1947, empieza a trabajar en el
Servicio Social de la Federación de las industrias (SESI), y pronto se
destacará por la labor que realiza entre los pobres que no sabían leer ni
escribir.
A Freire
le llegan las primeras noticias de la Revolución Cubana, cuando trabaja
en Recife con el Movimiento de Cultura
Popular[iv].
En 1961 fue nombrado director del Departamento de Extensión Cultural de la
Universidad de Recife, y precisamente este es el año de realización de la
Campaña Nacional de Alfabetización en Cuba. Entonces Germano Coelho, presidente del Movimiento
de Cultura Popular, fue invitado a
visitar Cuba, y regresó con la Cartilla
cubana de alfabetización, exactamente en el momento en que Freire y sus
compañeros hacían una búsqueda de algo que no fuera las tradicionales cartillas
para niños, usadas también para adultos[v].
Los
educadores brasileños querían alfabetizar como misión política, concientizando
a las masas, y para tal fin, la cartilla cubana les fue una revelación.
“Encontramos en la Cartilla de Cuba -afirma Josina Thales-, lo que no había en
otras cartillas - lo que llamaríamos
"palabras-clave", (más tarde Paulo Freire les dio el nombre de
"palabras-generadoras"), alrededor de las cuales se desarrollarían
los asuntos que considerábamos importantes para la concientazión-politización
de la población”. “Hicimos una investigación profunda, incluso en trabajos de
la UNESCO ya desarrollados en distintas poblaciones de A. Latina –continúa la
profesora Thales-, y cuando nos llegó en manos la Cartilla cubana,
coincidimos en que era lo que buscábamos”[vi].
De la
evaluación de la Cartilla cubana, se enriqueció la práctica de Freire y sus
compañeros. Con estas experiencias surge la cartilla “Livro de Leitura de Adultos”, que fue conocido como el
abecedario del MCP[vii].
El
estudio de la experiencia cubana, permitió a Freire profundizar en la
metodología de vínculo entre la enseñanza y la concientización política, pero
Freire a diferencia de los métodos que utilizaban cartillas, proponía una
enseñanza con base en textos populares, del cancionero regional por ejemplo, y
privilegiaba un acercamiento más personalizado aún, a la propia cultura de cada
grupo de analfabetos. Esta concepción didáctica sería la base de su método dialógico de acción participativa y trabajo desde
palabras generadoras.
En 1962 Freire
tuvo la primera oportunidad de aplicar de manera significativa sus concepciones,
cuando enseñó a leer y escribir en tan solo 45 días, a 300 trabajadores de las
plantaciones de caña de azúcar. El resultado alcanzado nucleó a su alrededor, a
un grupo de entusiastas seguidores, y su método fue validado sobre otros que
también se aplicaban en esos momentos.
Freire y la izquierda comunista latinoamericana
Freire nace a la actuación político educacional, en un contexto de incomunicación, tanto en su país, como en el seno del movimiento progresista y revolucionario internacional, entre la militancia de la mayoría de los partidos comunistas de alineación soviética, y la intelectualidad progresista de formación cristiana. El pensamiento “ateísta”[viii], predominante en la izquierda comunista de entonces, las campañas anticomunistas orquestadas por los aparatos propagandísticos imperialistas[ix] y la derecha cristiana[x], y los sectarismo de una y otra parte, sin dudas dieron su aporte a tal desencuentro.
En Brasil, la Iglesia competía duramente, con las izquierdas y sobre todo con el Partido Comunista Brasileño (PCB), por la influencia junto a las masas populares. Los católicos y cristianos revolucionarios, cuestionaban de hecho la postura predominante, a tenor de la cual solo la intelectualidad del Partido se consideraba “vanguardia del proletariado”, y en tal condición era la única capacitada, para llevar adelante un diálogo revolucionario con las masas trabajadoras. La competencia, en lugar de la búsqueda de la unidad, creaba no pocas situaciones contradictorias, que lejos de resolver los desencuentros, los enrarecían aún más. En esta dirección estuvo la aceptación por Paulo Freire de trabajar en Río Grande do Norte, con el Partido Unión Democrática Nacional (UDN).
Después
de la alfabetización de los cortadores de caña, el método freireano, fue
empleado de inmediato en Paraíba y Rio Grande do Norte, en la coyuntura
política de un gobierno estadual de la UDN, que quería contrarrestar la influencia
comunista. En esta región los educadores del PCB realizaban la campaña de
alfabetización "De pé no chão também se aprende a ler" (aún los
descalzos pueden aprender a leer). Cuando Freire acepta dirigir la campaña del
gobierno estadual, la decisión, lo colocó como definido adversario del Partido
Comunista. El hecho de que el financiamiento para la acción gubernamental
procediera de la USAID, levantó contra el pedagogo pernambucano críticas y
suspicacias adicionales. Tanto la izquierda marxista como la cristiana, estaban
persuadidas de que la misión de la agencia imperialista se dirigía a frenar la
intensa actividad de revolucionaria en el Nordeste, y aunque el equipo con el
que Freire trabajó -de la Unión Estadual de Estudiantes-, era de izquierda, su
opción fue duramente criticada[xi].
Luego de
sus experiencias exitosas en el Nordeste, el gobierno brasileño aceptó apoyar y
financiar los esfuerzos del profesor pernambucano y extenderlos por todo el país. No es de de
dudar, que para los tecnócratas burgueses, temerosos de una radicalización del
movimiento social brasileño, Freire y sus seguidores representaban un mal menor
frente al "perigo vermelho (peligro rojo)". Precisamente el golpe de Estado de 1964, interrumpe la extensión
de la alfabetización que lideraba Freire. En aquel momento se encontraba en la
Secretaría de Educación en Rio de Janeiro, y preparaba grupos para el empleo
del método que ya había creado, y al mismo tiempo, también trabajaba con las
cartillas en otras provincias, donde no existían coordinadores con capacidad de
usar el método dialógico.
El golpe de Estado, patrocinado por los Estados Unidos, que fracturó el
curso democrático en Brasil, fue parte de la contraofensiva de ultra derecha
del imperialismo, ante el peligro de nuevos procesos revolucionarios inspirados
en la Revolución Cubana. Sería el despegue de una dinámica de revolución-contrarrevolución,
que pautaría el devenir de los pueblos latinoamericanos y caribeños en la
segunda mitad del Siglo XX. La dictadura militar profascista brasileña condujo
a Freire junto a cientos de comunistas, cristianos revolucionarios, educadores
y hombres progresistas a la cárcel primero, y el exilio después[xii].
A pesar de enfrentar un mismo enemigo, las organizaciones revolucionarias
brasileñas, continuaron manifestando una notable falta de unidad. Y tanto en la
resistencia interna, como en el exilio,
se mantuvieron las disputas ideológicas y políticas entre militantes
comunistas y cristianos. En tal clima, los méritos de la obra inicial de Freire, no
fueron ponderados y acompañados por los marxistas brasileños. Ni querían, ni
podían entender los comunistas
brasileños de entonces, el hecho de que aquel intelectual cristiano, hubiera
creado un método de alfabetización que facilitaba el diálogo entre la izquierda
y los pobres, menos que su método podía utilizarse como instrumento de
concientización y articulación, para la lucha por el cambio revolucionario de
las personas y sus circunstancias.
Al decir de Carlos Núñez, el planteamiento inicial de Freire adolecía de
una explícita formulación de carácter político[xiii].
Los temas de la explotación y del poder político, no quedaron –ni ello se lo
había propuesto el autor-, suficientemente
esclarecidos en la denuncia que bajo
el concepto opresión propone Freire en Pedagogía del oprimido, título de
1969[xiv].
Sin embargo, los textos pioneros del educador brasileño, poseían un análisis de
clases, que llamaba a trascender el carácter instrumental pragmático –y pasivo en el fondo-, predominante en los proyectos de
participación popular que por entonces se planteaban. A su vez, la “teoría de
la concientización”, proporcionaba un instrumento de análisis, para comprender el sentido utilitario, reformista y
conciliador, de las políticas asistencialistas y desarrollistas defendidas por
los sectores burgueses de la región[xv].
La óptica freireana, se dirigirá definitivamente al mundo de las
sensibilidades, la psicología, y la vida espiritual de los sujetos, temas
entonces subvalorados por la mayoría de los marxistas. Se trata de que la nueva izquierda cristiana
que por entonces surgía, otorgaba a la
subjetividad humana, a la fe -al amor-, una dimensión política, que la
tradición marxista realmente existente, subvaloraba.
A un cristiano –a un creyente-, el marxismo oficial de matriz soviética, le
adjudicaban por decretó la definición de idealista y subjetivista, y desde tal
filosofismo, se le menospreciaba como sujeto revolucionario. En esta dirección Frei Betto –activo
participante en la izquierda católica desde los años sesenta-, recuerda como
desde su primera obra importante “Educación
como práctica de la libertad”[xvi],
Freire mereció de parte de intelectuales del Partido Comunista Brasileño la
calificación de “idealista hegeliano”[xvii].
Freire por su parte –puede entenderse-, no parece haber tenido ningún
acercamiento sustancial con la izquierda comunista brasileña de entonces. Como
años después declaró, más que el nivel crítico de los comunistas para con su
obra, pesaba el rechazo del joven
profesor a la retórica obrerista y dogmatizante que se enarbolaba. En 1993 al
ser publicado en Brasil, su libro "Pedagogía
de la Esperanza. Un reencuentro con la Pedagogía del Oprimido",
Freire se referirá a las críticas que había recibido de la izquierda marxista:
“…las críticas marxistas eran casi todas mecanicistas. La mayoría de ellas, con
excepciones, claro, se fundamentaban en una comprensión mecanicista de la
historia. Eran críticas marxistas y por lo tanto proclamativas de la concepción
dialéctica; pero eran profundamente no dialécticas. Y algunas de ellas eran
críticas muy formales”[xviii].
Las apreciaciones negativas sobre la obra del pedagogo brasileño, fueron
además sustentadas, con una lectura desfavorable de su práctica profesional y
política. Si bien las preferencias ideológicas de Freire, quedaron
suficientemente declaradas desde sus primeros textos[xix],
y en Pedagogía del Oprimido[xx]
levanta como modelos humanos y arquetipos revolucionarios a Camilo Torres y Che
Guevara; la vida del pedagogo en el exilio de los años finales del sesenta y
principios de los setenta, centrada en el trabajo académico, transcurrió por
derroteros que para sus críticos, ratificaban el perfil de un intelectual
reformista y pro burgués.
No se conocía por entonces los desencuentros de Freire con la derecha
chilena, se minimizaba su apoyo y aporte al gobierno de Salvador Allende, y lo
que afloraba era la relación de llegada y trabajo con el gobierno demócrata-cristiano
de Eduardo Frei. La relación con la USAID y la beca de un año, que cursó en la estadounidense
Universidad de Harvard, “confirmaban” su cercanía y coptación por el imperio. Luego es funcionario en Ginebra del Departamento de Educación del
Consejo Mundial de las Iglesias, organismo que era considerado, por
los servicios de inteligencia soviéticos y del campo socialista, como
una posible fachada de las agencias enemigas de la CIA y la OTAN.
Tal cúmulo de suspicacias, influyó
en un ostensible desencuentro del
pedagogo brasileño, con buena parte de
la izquierda comunista latinoamericana. Frei Betto también testimonia, como
dialogó con dirigentes de países socialistas, de la URSS y Cuba, y pudo
apreciar un gran prejuicio contra Paulo Freire. Consideraban su método como
algo idealista, cristiano[xxi].
Las circunstancias cubanas
La ruptura de las relaciones con
Cuba de la mayoría de los gobiernos del área, como parte de la política imperialista de bloqueo y
agresión que se intensifica en los años sesenta, dio su contribución sustantiva
a la inconexión del pensamiento educacional cubano con Freire. La pérdida de
contacto efectivo con los movimientos pedagógicos, con las escuelas y
universidades, las maestras y maestros caribeños y latinoamericanos, nos excluyó abruptamente de nuestro escenario
histórico de referencia y desarrollo.
La ríspida relación con los comunistas brasileños y el clima sectario de
unilateralidad e intolerancia que predominaba en la mayoría de los partidos
latinoamericanos alineados con las concepciones soviéticas hizo también su
aporte de negatividades. En esta época más allá de sus encuentros con Raúl
Ferrer, no se registra otra relación de interés de Freire con la Revolución
Cubana.
Rosa María Torres testimonia que a inicios de la década de 1980, cuando
llegó a Cuba en visita de estudio, Freire no era un autor apreciado sino más
bien duramente criticado por los educadores cubanos y sus libros no eran conocidos en la isla[xxii].
El autor estudiante de pedagogía y maestro en las décadas del setenta y
principios de los ochenta, coincide con los criterios de Frei Betto y Rosa
María Torres. Considera que junto a los factores señalados también incidieron las peculiares circunstancias cubanas.
A nivel cienciológico, la fuerza y novedad que la categoría educación
popular, tenía en otros escenarios caribeños y latinoamericanos, no se
manifestaba de la misma manera en Cuba.
En el país, era consensual considerar “popular” toda la educación
adoptada por la Revolución, y definida como tal desde los padres fundadores de
la escuela cubana a principios del Siglo XIX, en primer lugar por el presbítero
Félix Varela (), y definitivamente
con la extraordinaria figura de José Martí ()[xxiii].
Esta educación popular fue eminentemente política, pues estuvo en el centro de los proyectos
nacional liberadores de matriz anticolonialista primero, y antimperialista y
socialista después. Prácticamente se puede establecer un nudo de continuidad
histórica entre los movimientos educacionales de las etapas colonial y
neocolonial, que definitivamente se rescatan, redefinen y multiplican en
realizaciones, con la obra de la Revolución después de 1959[xxiv].
Por demás, en los años sesenta y setenta en el plano cultural y educacional
se desenvuelve una contradictoria situación nacional en el plano cultural y
educacional. Se trata de un momento particular sobre el que hay que hacer una
reflexión colectiva que solo recién comienza. A saber, a la par de los
gigantescos y revolucionarios cambios que masifican y democratizan la educación
y la cultura para millones de cubanas y cubanos, se desenvuelve a lo interno
del país, una peculiar lucha ideológica y política –tanto en el sector
artístico como en el académico-, entre quienes imponían las concepciones
fabricadas en la oficialidad partidista soviética, y no pocos compañeros y
colectivos que las resistían, sin por ello abandonar los posicionamientos
revolucionarios.
La Pedagogía y la escuela cubanas estaban en los años sesenta y setenta en
pleno proceso de cambio de paradigmas. La tradición de una escuela nacional
humanista, democrática y científica, para asumir definitivamente los rasgos y
el contenido popular y socialista, tuvo necesariamente que desembarazarse de
los lastres academicistas y profesionalizantes, que predominaban en la
directiva del Colegio de Pedagogos, en la Escuela de Pedagogía de la
Universidad de La Habana, y en otros espacios académico magisteriales, pero
ello trajo como consecuencia, una
ruptura con la tradición científica liberal, que en el caso de la pedagogía
cubana, había resistido el conservadurismo de la ideología proyanqui
prevaleciente, y realizado un notable trabajo de rescate de la tradición histórico, filosófica y
metodológica de los padres fundadores de
la escuela nacional, y de los avances del pensamiento educativo en el propio
período de la república neocolonial.
Una nueva intelectualidad profesoral comenzó a formarse en los planes
masivos de formación de maestras y maestros, y en la gran escuela de pedagogía
revolucionaria que fue la Campaña Nacional de Alfabetización, y sus campañas
progresivas del seguimiento para elevar el nivel de instrucción y cultura de
los trabajadores y campesinos[xxv],
los planes de becas y las primeras medidas de universalización de la
universidad. El alto nivel teórico
metodológico de la pedagogía y la didáctica soviéticas –y de otros países
socialistas europeos como la República Democrática Alemana-, y las inmensas facilidades otorgadas por la
URSS para la capacitación y asesoría del personal cubano dentro y fuera del
país, fueron determinantes para la
consolidación del paradigma marxista en el más amplio espectro de la escuela y
la universidad cubanas, y contribuyó al desarrollo de las pedagogías y las
didácticas aplicadas y al fortalecimiento de los aspectos técnico
organizativos. Pero a estos aportes, en el clima de intolerancia dogmática que
le era consustancial a la oficialidad soviética, que decidía la colaboración
con Cuba, no pudo evitar la importación
de males que ya le eran consustanciales al sistema de las Ciencias Sociales y a
la Pedagogía en el llamado campo socialista europeo.
La escuela cubana en esos años, fue aherrojada de un exceso de normatividad
e institucionalidad, así como de los enfoques que eludían la historia de la
educación nacional, y subvaloraban las ideas pedagógicas de la tradición
cubana, caribeña y latinoamericana a favor de la teorización mecanicista del
marxismo en curso, y de los autores y manuales soviéticos. El núcleo de pedagogos de vanguardia que el
ministro Hart consolida en los momentos
del despegue de la Revolución educacional, fue paulatinamente sustituido por
cuadros afines a las concepciones
soviéticas, y por los nuevos
especialistas formados en tal ambiente. El mismo Hart es designado para otras
importantes tareas partidistas. Si hasta
la lectura de José Martí sufrió a causa de esta situación, menos aún serian
propicias las circunstancias para una
apertura a Paulo Freire.
No pocos pedagogos que inicialmente tuvimos noticias de lo que ocurría en
nuestro entorno caribeño y latinoamericano, solo asumimos el movimiento de
educación popular y la figura de Freire, en lo que ello significaba para la
lucha revolucionaria en el escenario regional, sin proponernos estudiar,
conocer y evaluar sus aportes para el desarrollo de nuestro propio proyecto
educacional revolucionario. Tal externalismo reduccionista y antidialéctico,
predominó –y aún está presente- en un amplio espectro de los funcionarios y
especialistas de la educación cubana.
El cúmulo de factores que refiero, explican por qué, durante las dos
primeras décadas de la Revolución Cubana, no existieran otros contactos
directos con Freire, ni que en momentos en que otros intelectuales fueron
invitados a viajar al país, el pedagogo brasileño –como el mismo Freire comentó
en alguna ocasión- no lo fuera. Sin
embargo las circunstancias adversas estaban necesariamente dadas a desaparecer
a plazo histórico, porque tanto la naturaleza genuinamente revolucionaria y
socialista del proceso cubano, como la eticidad y el compromiso revolucionario
que emanaba de la teoría y praxis académica de Freire, contenían las mismas
esencialidades humanistas y progresivas.
En la maduración del feliz encuentro, la propia actividad revolucionaria haría
su parto histórico.
Si bien el extraordinario apoyo que la URSS brindó para la sobrevivencia de
la Revolución, y la justa admiración y
respeto que creció en Cuba por la Unión Soviética, tuvo su consecuencia en
espacio para que se introdujeran parte de los presupuestos del llamado
“socialismo real”, ello no fue
suficiente para minar la tradición de autoctonía, el espíritu soberano y el
histórico compromiso internacionalista y latinoamericanista de los
revolucionarios de la Mayor de las Antillas. Así en los años de la década del
sesenta y setenta la praxis internacionalista y solidaria de la Revolución
Cubana, no pudo ser frenada por las visiones geopolíticas que se fabricaban
desde Moscú.
En franco desacuerdo con los criterios del Partido soviético y de sus
seguidores en el movimiento comunista de la región, Cuba asumió sus deberes
para con la lucha antimperialista a nivel latinoamericano y mundial. El apoyo
al movimiento guerrillero y a las fuerzas y organizaciones que resistían por la
vía armada a las dictaduras militares, la realización del proyecto
insurreccional de Ernesto Che Guevara en Bolivia, la Conferencia Tricontinental
(1966) y dentro de esta, la creación de la Organización de Solidaridad de los
Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAL), y un año después de la
Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), fracturaron las relaciones con varios
partidos comunistas latinoamericanos que sostenía acríticamente los criterios
soviéticos y acercó a los cubanos a la
izquierda marxista que había salido de esos partidos. Y por supuesto también se
establecieron crecientes relaciones de colaboración, con la militancia de la
izquierda cristiana, Camilo Torres, los sacerdotes y cristianos por el
socialismo del Chile de Salvador Allende, y en este camino llegaron a Cuba los primeros textos de la Teología de
la Liberación, y se conoció y apreció la labor de las comunidades eclesiales de
base y por supuesto, del movimiento de los educadores populares[xxvi].
El
inédito encuentro que sostuvo el Comandante
Jefe Fidel Castro, en noviembre de 1971,
durante su visita a Chile, con los Cristianos por el Socialismo, marcó la
primera vez que un líder marxista en el poder, se encontraba públicamente con
la izquierda cristiana, que además se decía socialistas. En la reunión con los
líderes y activistas cristianos, Fidel, resolvió el debate existente ya en el
seno del movimiento comunista, frente al protagonismo de los cristianos en los
combates emancipadores de nuestros pueblos. Entonces el líder de la Revolución
Cubana, adelantó la necesidad de la Alianza estratégica entre cristianos y
marxistas, con lo que fijó el derrotero de la nueva realidad revolucionaria.
Así, desde el propio seno de los movimientos liberadores, se
abrió -al decir de Carlos Alberto Torres-, en un nuevo horizonte intelectual
para la región, cuya primera característica será el renacimiento del
pensamiento marxista, a través de figuras como Ernesto Che Guevara y Fidel
Castro[xxvii].
En los escenarios de luchas
En los escenarios de las luchas nacional liberadoras del continente, Paulo
Freire necesariamente se acerca más al conocimiento de la identidad humanista y
socialista de la Revolución Cubana. Más allá de lo que creían ver o
sospechaban sus críticos, el pedagogo brasileño no se deja ganar por los mecanismos de seducción y cooptación burgueses.
El trabajo que continúa en 1970, en el Chile de la Unidad Popular, le
permite a Freire constatar el latido de un pueblo en revolución. Allí se le
llama a dar su contribución al movimiento de alfabetización y educación
política del campesinado[xxviii]. Y de nuevo en 1973, un golpe fascista,
organizado por los Estados Unidos, le impide avanzar en la concreción de su
labor alfabetizadora.
La labor de Freire en Chile, en momentos en que ese país se convirtió en
una obligada parada de decenas de
intelectuales del continente y del mundo, permite al profesor brasileño un fluido intercambio con los más
amplios sectores de la izquierda y el
movimiento progresista latinoamericano y mundial.
Ya desde mediados de la década del setenta, la filosofía de la educación y
el método de alfabetización de Paulo Freire, se fueron convirtiendo por su
propia coherencia pedagógica y didáctica, en novedosas herramientas educacionales,
que ganan rápidamente una masiva aceptación entre los maestros y
activistas, que se ocupaban de la
alfabetización y la educación de adultos en el continente, en las comunidades
campesinas, indígenas o suburbanas. Las propuestas freireanas se validan como
eficientes instrumentos no solo de
alfabetización y superación cultural, sino de formación y concientización de
las masas populares. Precisamente a partir de entonces se comienza a hablar del
discurso freireano, como fundacional para el movimiento educacional, cultural y
político que se identifica como educación popular.
La reflexión educativa freireana y su propuesta pedagógica, llegan en el propicio momento, en que los
activistas revolucionarios se proponían una manera distinta de trabajar con las
masas, desde una perspectiva que –como subraya el mexicano Carlos Núñez- no era
de derrota, sino que situaba al ser humano en el centro del proceso pedagógico[xxix].
Se trata de que coincide con la derrota en Bolivia, Brasil y otros países suramericanos,
de la mayoría de las organizaciones y movimientos armados, en medio de cruentos
enfrentamientos con el poder oligárquico e imperialista, y la resistencia a la
ofensiva contrarrevolucionaria que coordina la Agencia Central de Inteligencia
de los Estados Unidos, con planes terroristas transnacionales como el denominado Cóndor. Y todo ello
imponen junto con un reflujo general de las luchas guerrilleras, la búsqueda de
nuevas formas y escenarios para dar continuidad y no renunciar, al
enfrentamiento anticapitalista y antimperialista.
Freire amplia sus relaciones y prédica en América Latina, sus textos se publican
en casi todos los países de la región y llega a ser uno de los intelectuales a
los que más se le dedican entrevistas y estudios. La distinción que le otorga
la UNESCO en 1975 por su labor alfabetizadora, contribuyó a poner de relieve la
dimensión política de la alfabetización y su conexión con la liberación
nacional.
El crecimiento del movimiento de educación popular, y la
influencia de Freire en el área latinoamericana, colocan al profesor brasileño
ante nuevas retos. En particular el de dar respuesta a las demandas, que a su pensamiento y formación, le crean la práctica pedagógica masiva, lo que
lo lleva a profundizar en el estudio y la investigación teórica e incentiva su
reflexión filosófica.
La estancia europea le facilita a Freire, acceder a pensadores de diversas
escuelas, en particular estudia la obra de marxistas que como Antonio Gramsci, Kosik, Jürgen Habermas, Henri Giroux y otros, no gozaban de la anuencia
del marxismo oficial soviético y no se habían publicado suficientemente en
América Latina. En este proceso de desarrollo y maduración profesional,
ideológica y política de Freire, será definitivo -y así lo reconocerá el propio pedagogo
brasileño en repetidas oportunidades-, su vinculo con las organizaciones y
movimientos de liberación nacional de África[xxx].
En 1970 como funcionario de la subsección de educación del Consejo Mundial
de Iglesias Paulo Freire comienza a tener contacto con los movimientos de
liberación nacional africanos, pues entre otras funciones, se desempeñó como
asesor de educación para los países del llamado Tercer Mundo. Viaja por primera
vez al continente africano y visita Tanzania y Zambia, y de inmediato lo
contactan las direcciones del Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA),
el Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO) y el Partido para la
Independencia de Guinea Bissau y Cabo Verde (PAIGC)[xxxi]. Entre 1975 y 1980, Freire
trabajó en Guinea Bissau, Santo Tomé y Príncipe, Mozambique y Angola.
El contacto con los líderes políticos e intelectuales africanos como Julius Nyerere y la profunda
amistad y relación revolucionaria que la une a Amilcar Cabral, le compulsan a
nuevas profundizaciones teórico filosóficas[xxxii].
Freire recorre varias naciones africanas y trabaja
intensamente en Guinea Bissau, donde dirigió la alfabetización y la educación
de adultos, en los territorios liberados primero y con la independencia después.
Dejó constancia de la campaña de alfabetización realizada en Guinea–Bissau, en Cartas
a Guinea-Bissau[xxxiii].
También Santo Tomé y Príncipe, tras su liberación de la colonización
portuguesa, encargó a Freire un programa destinado a fomentar la
alfabetización. Y todo este de cursar africano transcurre en momentos en que miles
de combatientes, trabajadores y maestros internacionalistas cubanos, apoyaban
la lucha de estos pueblos.
Con los mismos protagonistas
Trescientos cincuenta mil cubanos fueron al continente africano desde 1965
a colaborar con la independencia de las naciones de sus ancestros esclavos. De
ellos cincuenta mil cumplieron misiones civiles, la mayoría de ellos como
médicos y maestros. Como subraya Peter MacLaren, los proyectos que Freire emprendió en África
incluyeron un énfasis particular en la reafirmación de las culturas autóctonas,
en la negación a la herencia opresora de las metrópolis invasoras[xxxiv],
y precisamente estos principios eran los
que enarbolaban los internacionalistas cubanos.
Cuba comenzó a colaborar con la lucha independentista en Angola y Guinea
Bissau, ambas colonias portuguesas desde el primer momento, fundamentalmente
mediante la preparación de cuadros dirigentes y el envío de instructores y
ayuda material. Cuando la patria de Amilcar Cabral logró la independencia, en
septiembre de 1974, cerca de sesenta internacionalistas cubanos, entre ellos
una decena de médicos, llevaban diez años junto a las guerrillas. Al mismo
tiempo, hubo misiones cubanas en Mozambique, en el Zaire (donde combatió el Che
Guevara) y en el Congo.
Los combatientes internacionalistas cubanos acudieron en 1975 a la defensa
de la recién independizada República Popular de Angola, invadida por tropas
sudafricanas y subvertida por destacamentos de mercenarios y fuerzas angolanas,
pagadas por la Agencia Central e Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos. En febrero de 1976 llegó a Angola el primer
grupo de asesores cubanos de educación, que luego se multiplicaría en miles de
jóvenes maestros del Contingente Pedagógico Internacionalista “Ernesto Che
Guevara” que trabajaron en la alfabetización, en toda la educación media y
parte de la primaria. No existe en la historia de la educación mundial una
acción más masiva y multilateral de colaboración educacional que la que Cuba
desarrolló en Angola[xxxv],
que además se realizó en un país en guerra, con los educadores constantemente
agredidos por las fuerzas contrarrevolucionarias y los invasores sudafricanos.
La labor africana de Paulo Freire le permite evaluar el papel
internacionalista de la Revolución Cubana en África, muchos de sus amigos
africanos, en particular Cabral y Nyerere son entrañables hermanos de lucha de
los revolucionarios cubanos, del Che Guevara y Fidel Castro. De la palabra de
Cabral tendrá inéditos testimonios sobre el Che.
En junio-julio de 1976 se produce un
histórico encuentro de Paulo Freire con los educadores cubanos que estaba destacados
en Angola. El pedagogo brasileño es invitado a visitar el país y dar sus
opiniones sobre las acciones educacionales que desarrollaba la joven república
angolana. En Luanda contacta con los asesores cubanos que cooperaban con el
Ministerio de Educación angolano[xxxvi].
Freire se interesó particularmente por la cartilla para analfabetos y el
manual que los cubanos habían desarrollado como principales instrumentos
didácticos. Ellos explicaron la experiencia histórica cubana con tales
instrumentos y su validez para la realización de campañas masivas. Desde el
punto de vista de los profesores cubanos el método freireano de la palabra
generadora precisaba de un maestro o activista con una relativa preparación
cultural y educacional, y la necesidad de masificar los sujetos pedagógicos
tanto en la experiencia de la campaña cubana de 1961, como en la que entonces
se desarrollaba en Angola, imponía darle la tarea de alfabetizadores a personas
que si bien pudieran leer y escribir, no necesariamente rebasaran el bajo nivel
educacional general heredado del depuesto sistema neocolonial y colonial.
Freire quedó muy satisfecho con la explicación realizada por los asesores
cubanos, y tuvo elogiosas palabras ante los anfitriones angolanos.
Nicaragua y Granada
Tres años después del encuentro en África, Nicaragua, se constituye en
lugar de privilegiado del reencuentro de Freire con los pedagogos cubanos. El
gobierno surgido del triunfo de la Revolución Sandinista el 19 de julio de 1979
asumió como una de sus más importantes tareas la erradicación del
analfabetismo. En aquel momento el índice de analfabetismo en el país era
superior al 50%, uno de los mayores de América Latina y para luchar contra tal
flagelo se organiza la Cruzada Nacional de Alfabetización "Héroes y Mártires
por la Liberación de Nicaragua" (CNA), dirigida el sacerdote jesuita
Fernando Cardenal. Cuba acudió en ayuda
solidaria del pueblo nicaragüense y 1 200 de maestros cubanos integraron el
Contingente Augusto César Sandino que apoyó la alfabetización y la reorganización
y expansión de la educación primaria desde los barrios marginales hasta las más
apartadas comunidades rurales.
Como antes lo había sido en la Cuba de 1961 y en esos
mismos momentos ocurría en Angola y otros pueblos africanos, el movimiento educacional
de masas de la alfabetización nicaragüense, no tardó en ser considerado como
objetivo “militar” por las bandas contrarrevolucionarias organizadas y pagadas
por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos. Contra los
alfabetizadores sandinistas y los internacionalistas de Cuba y otros pueblos
hermanos, se empleó a fondo la presión psicológica, los ataques terroristas y
nueve maestros fueron asesinados. Tal epopeya hermanó a cubanos, nicaragüenses
y cooperantes solidarios, entre ellos estaban Paulo Freire y sus colaboradores.
Los
revolucionarios nicaragüenses tenían una relación muy raigal con Paulo
Freire, quien visita en varias oportunidades el país y contribuye con sus ideas y con miembros de
su equipo, a la asesoría de la Cruzada Nacional de Alfabetización. Entre los asesores cubanos y los internacionalistas
del equipo freireano que trabajaron en el Ministerio de Educación sandinista se
estableció una fluida y muy rica relación profesional y personal. Partían de
distintas prácticas pedagógicas y didácticas probadas en diferentes escenarios,
pero los unía similar filosofía revolucionaria de la educación, centrada en la
búsqueda de una educación genuinamente popular, democrática, solidaria,
anticapitalista y antimperialista[xxxvii].
Los cubanos potenciaban la experiencia de la cartilla y el manual como
principales instrumentos didácticos para la alfabetización, Freire y sus
seguidores, validaban el método de la acción participativa y el trabajo desde
palabras generadoras, pero tanto en la perspectiva cubana como en la
freireana, el conocimiento no era un don que se entrega gratuitamente a quienes
no sabían, sino que debía convertirse en un diálogo de saberes. Por lo tanto,
el hecho educativo se asumía como proceso de enseñanza y aprendizaje, formación
de conciencia, rescate y desarrollo de la cultura popular, con base en el conocimiento y el compromiso
participativo de los sujetos –maestros, estudiantes y activistas- implicados en una relación pedagógica de
carácter emancipatorio y de dignificación humana.
Con Raúl Ferrer
Para entender las relaciones de Paulo Freire con la pedagogía cubana se
hace imprescindible estudiar el inédito camino de sus encuentros con Raúl
Ferrer (1915-1993). Ferrer había sido un destacado líder magisterial, afiliado al primer
partido comunista cubano, y al triunfo de la Revolución fue invitado por
Armando Hart, entonces ministro de educación, junto a otros destacados
pedagogos de diferentes corrientes filosóficas y militancias políticas, a
integrase a la tarea de revolucionar la educación cubana, y resolver los graves
problemas acumulados tras siglos de herencia colonial y neocolonial. Este maestro sería el artífice pedagógico de
la Campaña Nacional de Alfabetización de 1961[xxxviii],
y después máximo impulsor de la educación de adultos en el país[xxxix].
Freire conoció a Raúl Ferrer en 1965, en la Conferencia Mundial contra el
Analfabetismo de Teherán[xl]
-también conocida como Congreso Mundial de Ministros de Educación sobre la
Erradicación del Analfabetismo-. Ferrer y Freire se destacan en el Congreso por
criticar al entonces predominante concepto de la alfabetización, como acción de
aprendizaje de destrezas básicas. Ambos pedagogos apoyan la propuesta de
“alfabetización funcional” y con ello marcan un hito importante en la historia
moderna de la educación, al subrayar la alianza entre la educación –
particularmente la alfabetización– con el desarrollo socioeconómico de los
pueblos.
En Teherán y de paso por Paris, Freire y Ferrer sellarán una profunda
amistad. Desde una temprana cena, hasta toda la madrugada, el día sorprende a
ambos pedagogos intercambiando sus mutuas experiencias[xli].
Del privilegiado testimonio de Ferrer, Freire quedó profundamente emocionado
con aquella hazaña realizada por los cubanos de alfabetizar en menos de once
meses del año 1961, a más de 900 mil personas. Para Paulo Freire “la campaña de
Alfabetización de Cuba, seguida años después por la de Nicaragua, constituyen
uno de los más importantes hechos de la historia de la educación en el Siglo
XX”[xlii]. Precisamente Freire y Ferrer volverían a
encontrarse catorce años después, en 1979 en el escenario de la Revolución
Sandinista, en Nicaragua, en la ambos jugaron un importante papel en la
asesoría de la Cruzada Nacional de Alfabetización "Héroes y Mártires por
la Liberación de Nicaragua" (CNA).
La amistad de Freire y Ferrer marcó una continua relación de fraternidad
entre hombres y causas, que no pudo ser afectada por discrepancias de
concepciones pedagógicas, y aún cuando gravitaron circunstancias políticas
adversas. En sus labores como viceministro a cargo de la educación de adultos,
Ferrer mantendrá un sistemático contacto con Freire. Ambos coinciden en lo
limitado del Programa Experimental de Alfabetización Mundial (Simposio
Internacional sobre Alfabetización, Persépolis, 1975) y trabajan por avanzar la
integralidad de los conceptos de
educación y alfabetización, al enfatizar las conexiones existentes entre la
alfabetización, y el protagonismo político dirigido a las transformaciones
socioeconómicas.
En vísperas de la visita de Freire a Cuba, Raúl Ferrer impulsó uno de los primeros círculos de estudio del
pensamiento freiriano en Cuba, actividad para la que solicitó el apoyo de la
educadora brasileña Josina Thales. El
autor, testigo privilegiado de la amistad de Ferrer y Freire, tuvo el
privilegio de participar de aquel esfuerzo primigenio. Ferrer y Freire dejaron
pendiente un libro en conjunto que habían acordado hacer[xliii].
Ferrer fallece en 1993.
La visita de Freire
Los contactos de Fidel Castro con los cristianos y teólogos revolucionarios
latinoamericanos y las reflexiones del líder de la Revolución Cubana sobre la
validez teórica y práctica de la unidad estratégica entre cristianos y
marxistas se constituyó en una peculiar condición para la promoción en Cuba de
las ideas de Freire y del movimiento de la educación popular. Un papel
sustantivo en esta historia lo tuvo Frei Betto, el dominico brasileño, ya muy
conocido en Cuba, por su libro de 1985 “Fidel y la Religión”.
“Tengo que manifestar la gratitud a
Fidel –testimonia Frei Betto- por el apoyo explícito a esta labor
latinoamericana por la educación popular. Cuando a inicios de los años 80 en
Brasil todavía vivíamos bajo la dictadura militar, nos invitó a hacer en La
Habana el Primer Encuentro Latinoamericano de Educación Popular en el año de
1983. Después promovimos aquí un segundo encuentro en el año de 1986 y después
un tercer encuentro en el año de 1990. Desde entonces muchos cubanos se han
familiarizado con este trabajo de educación popular”[xliv].
Los eventos de educación popular en la Casa de las Américas, la publicación
de los documentos por la editorial la revista de la Casa, y la primera promoción a escala de las obra de
Freire entre los cubanos, coinciden con momentos en que las tendencias dogmáticas
han perdido su batalla en el seno de la intelectualidad y la política cultural
cubana. Cuando además el socialismo cubano se somete a una aguda reflexión
autocrítica.
El proceso de rectificación de errores y tendencias negativas iniciado en
1985 y 1986 constituyó una revolución conceptual profunda que develó los
errores y tendencias negativas que incubaba la asunción mimética del modelo
soviético. La crítica política y el reencuentro con los fundamentos más
genuinos de la ideología revolucionaria
cubana marcaron los momentos más significativos de la autocrítica y reflexión colectiva a la que
convocó Fidel Castro en aquellos momentos.
En la educación el deterioro de la conciencia revolucionaria, se
manifestaba entonces a través de fenómenos corrosivos como el fraude escolar y
el promocionismo[xlv]. La
rectificación condujo a reasumir el papel protagónico de la ideología
socialista, relegada por la prevalencia de los falsos criterios sobre la
eficiencia espontánea de los mecanismos económicos, lo que en el plano escolar
condujo a la recuperación del proceso pedagógico en su integralidad formativa,
y a situar en su centro la reafirmación y construcción de valores humanistas y
socialistas. A su vez se fue al rescate y reafirmación de las esencias autóctonas,
de la cultura y la historia nacional, caribeña y latinoamericana. Este proceso
se centro en Martí, y con Martí profundizó en el universo moral de los sujetos.
El proceso de rectificación como hecho de madurez de la Revolución Cubana,
coincidió en el plano internacional con la ruptura del bloqueo, la reapertura
de relaciones con la mayoría de los gobiernos, y la consecuente reactivación del
intercambio y la reinserción cubana en los espacios culturales y educacionales de
la región.
En este clima de reafirmación socialista y latinoamericanista, se produce
la primera y única visita de Paulo Freire a Cuba en1987. El destacado pedagogo
visita La Habana en oportunidad de un congreso de Psicología. Aquí coincidió
con una de las más medulares intervenciones de Fidel ante su pueblo con el tema
de la autocrítica de los errores cometidos en la construcción socialista y las
vías de rectificación, se reunió entonces con quienes en la Casa de las
Américas trabajaban los temas del movimiento de educación popular, y también lo
hizo con compañeros del Ministerio de Educación. Dejó grabada una histórica
entrevista que le tomaron Esther Pérez y Fernando Martínez Heredia, donde se
extendió en sus consideraciones sobre Cuba. Se le esperaba nuevamente para mayo
de 1997, iba en esta visita a ser objeto de un merecido reconocimiento tanto
por la Universidad de La Habana como por el Ministerio de Educación y otras
instituciones gubernamentales y sociales. Esta visita hubiera sido decisiva
para el más amplio conocimiento de la obra de Freire en el país, pero
desafortunadamente su desaparición física lo impidió.
Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr
El Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr (CMMLK) es el colectivo
pionero en la promoción y rescate del pensamiento de Paulo Freire en Cuba.
Creado 25 de abril de 1987, es una organización no gubernamental macroecuménica
de inspiración cristiana y socialista, que nació en el clima de compromiso
revolucionario entre marxistas y
cristianos, consolidado definitivamente por el proceso de rectificación[xlvi].
Uno de los primeros programas que articularon el trabajo del CMMLK fue el de educación popular y
acompañamiento a experiencias locales, inspirado en la pedagogía de Paulo
Freire. La ya mencionada intelectual cubana Esther Pérez, tuvo a su cargo esta
tarea, para la que contó con la colaboración de los brasileños Valeria Rezende,
Frei Betto, y el propio Paulo Freire[xlvii].
También se nutrió de los más importantes
seguidores de este movimiento a nivel latinoamericano, en el Consejo Latinoamericano
de Educación de Adultos (CEAAL)[xlviii],
la Coordinadora Regional Mesoamericana Alforja y otras asociaciones,
movimientos y ONGs.
En más de dos décadas de sostenida labor, el CMMLK ha divulgado y publicado
los textos y entrevistas de Freire[xlix].
Desde la perspectiva freireana, que es por tanto martiana, guevariana y
fidelista, el CMMLK acumula una notable
experiencia en contacto estrecho con la vida socioeconómica y el activismo
político. Tras la situación
creada en el país a partir de los años noventa, el CMMLK perfiló su
acción formativa como aporte a la resistencia nacional, y trabajó
activamente en seno de la sociedad civil cubana
por remontar las severas circunstancias del período especial, desde los
más esenciales contenidos éticos y
patrióticos del sujeto revolucionario
cubano. Su búsqueda de alternativas concretas de desarrollo autóctono local y regional, se articuló con una
profunda reflexión teórica sobre el socialismo y la necesidad de repensar y
dinamizar los canales de participación popular. Frente a estas demandas surgió
el Programa de Formación Integral de
Educadores Populares
El
Programa de Formación Integral de
Educadores Populares inspirado en las escuelas metodológicas de otros países
latinoamericanos, empezó a gestarse en 1993-1994. Consideró “las diferencias del contexto,
expresadas, entre otras, por el nivel de instrucción en el país, la
homogeneidad de vivencias y lenguajes y el menor nivel de “conciencia ingenua”,
como oportunamente había alertado Freire.”[l].
Así el programa en construcción “se planteó desde su nacimiento la necesidad de
cubanización”, como afirma María Isabel Romero Sarduy una de sus fundadoras.[li].
En 1995 se
realiza la convocatoria y posterior celebración de un primer taller, al que
asistieron 36 personas procedentes de tres fuentes principales: organizaciones
de masas, sociales y ONGs; centros docentes e investigativos y grupos
ecuménicos y de iglesias. Todos los participantes estaban involucrados en
proyectos sociales concretos, requisito indispensable para que su matrícula
fuera considerada[lii].
Tras ocho años de experiencias, en el 2003, se
inició la construcción de la plataforma teórico metodológica de Formación en
Educación Popular Acompañada a Distancia (FEPAD), modalidad que ha
sido reconocida como un sustantivo aporte pedagógico del CMMLK a la educación popular. El FEPAD asumió la tradición fundacional
de Paulo Freire, su apuesta dialógica, y confianza ilimitada en los valores de
la creatividad de los seres humanos. A su vez articuló este legado a las praxis
que la institución había desarrollado desde sus propias experiencias educativas.
El tipo de “formación a distancia” que se promueve es diferente a la que se conoce
tradicionalmente, ya que la misma está coordinada por personas que radican en
los barrios, las comunidades y egresados de los colectivos de estudio y
reflexión creados por el propio Centro. Con ese método se benefician personas
que participan en el proceso de transformación barrial, el Poder Popular y
otras instituciones de la sociedad civil cubana. El trabajo que se realiza no
sólo busca transformaciones físicas en los barrios y las comunidades, se ocupa
de manera especial por el fortalecimiento del tejido social, promueve cambios
positivos en las relaciones sociales y refuerza valores como la equidad,
justicia social y la solidaridad. Se trabaja para que sean los propios sujetos
barriales y populares, los que propongan sus objetivos y metas, las formas de
actuación y el control de los recursos. Todo ello contribuye a incentivar la participación
comprometida con un proyecto social humanista y a que las personas alcancen una
definida mirada estratégica para el
progreso de la sociedad.
En el 2004 el CMMLK realizó el Primer Encuentro Nacional de educadores
populares y creó la Red de Educadores y Educadoras Populares, con un núcleo de los
egresados y egresadas de los cursos de formación que había realizado. Desde sus cinco ámbitos de trabajo (la formación, el
acompañamiento a experiencias, la comunicación, la articulación y la alianza e
incidencia), la Red comenzó a articular procesos, grupos y
personas vinculadas a experiencias sociales concretas en todo el país. Ya para el año 2007 se habían organizado 21 experiencias concretas en
procesos formativos y experiencias locales.
La Red de Educadores y Educadoras Populares tiene por objetivo lo
que Paulo Freire definió como propósito esencial de toda y todo educador popular
y que se podría resumir en la pregunta: ¿qué papel deben desempeñar en términos
políticos, en su sentido más profundo, quienes apuestan por una propuesta
pedagógica y política comprometida con el emancipación humana? El valor
político y ético fundamental que sustenta la Red es el compromiso militante, consciente,
rebelde y profético con el pueblo, su proyecto socialista y Revolución. Es por
ello que se plantea de modo definido el
propósito de consolidar el tejido social crítico comprometido con el modelo
socialista cubano.
En tal dirección la Red se propuso asesorar proyectos de trabajo
comunitario que promovieran el fortalecimiento de actores territoriales, la
participación y la gestión popular. Una
experiencia en este sentido la estableció con el gubernamental Centro de
Desarrollo Local, que ha incorporado los conocimientos de la educación
popular a la actividad de los gobiernos municipales[liii].
Dos experiencias muy interesantes se realizan en el municipio capitalino de
Habana del Este y en Jatibonico, a unos 360 kilómetros del primero.
Se destacan los resultados alcanzados con la Universidad Agraria de La
Habana donde funcionan tres grupos de formación en educación popular acompañada
a distancia, que han conseguido reformar los planes de estudio y las
concepciones básicas del extensionismo agrícola promovido por esa institución
docente. A partir de la colaboración con el CMMLK, la cátedra de
extensionismo agrario entendió que debía insertar estos presupuestos
participativos en la formación del agrónomo y de otros técnicos de campo. De
esta forma se educa a los nuevos tecnólogos en la importancia de tomar en
cuenta los conocimientos del campesinado antes de introducir innovaciones
tecnológicas.
El CMMLK ha fortalecido su alianza con otras instituciones académicas, en
particular con el colectivo de ciencias sociales de la Universidad de las
Villas y el Grupo GALFISA del Instituto de Filosofía de La Habana. En esta
dirección contribuye a la imprescindible tarea de sistematizar la experiencia
de los movimientos y organizaciones revolucionarias de la región y construir
una epistemología de la emancipación.
El CMMLK participa de manera activa en el Foro Social
Mundial, en las campañas contra la militarización y la deuda de los países
pobres, así como colabora con los Encuentros Hemisféricos de lucha contra los
Tratados de Libre Comercio y por la Integración de los Pueblos,
como parte de este esfuerzo solidario el programa de educación popular se
inserta en numerosas acciones con otras organizaciones y movimientos y rescata
una amplia red de centros y educadores populares. Es muy sustantiva su
colaboración con el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil
(MST) y su escuela Nacional Florestán Fernández, con el Equipo Maíz del
Salvador, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de
Honduras, el Movimiento Nacional Campesino-Indígena y la Universidad de las
Madres de Plaza de Mayo de Argentina.
La herencia cubana de Freire
Después de la debacle del socialismo soviético y del incremento de las
relaciones con América Latina, ha crecido relativamente el conocimiento de la
obra de Freire entre los cubanos. Además
de la Casa de las Américas y el CMMLK, el Colectivo de Investigación Educativa
"Graciela Bustillos de la Asociación de Pedagogos de Cuba (APC), la
Cátedra de Estudios Comunitarios "Paulo Freire", y la Federación de
Mujeres Cubanas, también han creado y desarrollado espacios de apertura a la
educación popular y al pensamiento de Freire.
La APC es una organización no
gubernamental constituida desde hace 15 años. Tiene sedes en todas las
provincias del país y agrupa a más de 12 000 profesionales dedicados a la
docencia, la investigación, el trabajo práctico en las ciencias pedagógicas y
el trabajo social comunitario. Sus miembros son educadores que provienen de los
más diferentes sectores: médicos, artistas, periodistas, psicólogos, sociólogos
y en mayor cantidad maestros y profesores, es decir cualquier persona con
influencia educativa en nuestra sociedad. El
Colectivo de Investigación Educativa “Graciela Bustillos” se integró a la APC como proyecto de transformación
educativa dirigido al trabajo en las comunidades.
El Colectivo de Investigación
Educativa “Graciela Bustillos” utiliza y promueve la metodología de la
Educación Popular como instrumento potenciador de la transformación social.
Este colectivo está integrado por más de 600 educadores colaboradores,
absolutamente voluntarios, con influencia educativas en los centros de
estudios, órganos de gobierno, organizaciones de masas y fundamentalmente en
las comunidades donde trabajan por incorporar el pensamiento freireano a las
concepciones y prácticas educativas en ejercicio, y recrear y contextualizar la
metodología de la Educación Popular. Este Colectivo atiende y acompaña el
desarrollo de más de setenta proyectos de desarrollo local, que constituyen
procesos de investigación acción participativa, a la vez que fuentes de
aprendizaje permanente. Su accionar se
dirige a la realización de talleres, cursos de formación de educadores,
educación posgraduada, eventos nacionales e internacionales, que favorecen el
intercambio y sistematización de experiencias, lo cual incentiva una interesante producción teórica que hoy se ha convertido
en uno de los principales canales de
divulgación de la educación popular en Cuba[liv].
El 7 de mayo del año 2000 se constituyó la Cátedra de Estudios Comunitarios
"Paulo Freire", en la oportunidad del I Encuentro Internacional
"Presencia de Paulo Freire" realizado en la ciudad de Cienfuegos. La
Cátedra radica en el Centro de Superación para la Cultura de Cienfuegos, y en
su formación jugó un papel sustancial el Colectivo de Investigación Educativa
"Graciela Bustillos” de la Asociación de Pedagogos de Cuba. En el
documento constitutivo de la Cátedra expresa de manera definida la dirección
del actual crecimiento de la cosmovisión freireana en Cuba: “Paulo Freire nos
demostró el lugar que ocupan nuestras prácticas en el quehacer revolucionario y
liberador. Es en ella donde encontramos la vida en su multiplicidad de formas,
accionar e interrelaciones. El Centro Provincial de Superación para la Cultura
de Cienfuegos ha valorado la importancia que tiene para el trabajo cultural
comunitario los procesos de formación de actores sociales pertrechados de una
concepción abierta, democrática, y participativa, la trascendencia de la
integración como vía para enfrentar los retos que demanda hoy el desarrollo
local y la globalización neoliberal así como la importancia de la participación
de las comunidades en todo el devenir de su autodesarrollo y empoderamiento”[lv].
Esta experiencia ha continuado. Entre el
3 al 8 de mayo del 2006 se efectuó el IV Encuentro internacional que tuvo entre
sus objetivos el proyectar acciones de trabajo hasta el año 2010.
El Instituto Pedagógico
Latinoamericano y Caribeño
No es despreciable la masiva y creciente
participación de los maestros y profesionales cubanos adiestrados por el
Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC) y otras universidades
del país, en los programas de la Alianza Bolivariana para las Américas, donde
necesariamente se vinculan con la tradición del movimiento de educación popular,
con las ideas y las prácticas freireanas que tienen un histórico enraizamiento
entre las fuerzas de izquierda que lideran los procesos progresistas y
revolucionarios de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros países.
El IPLAC dedicado al trabajo de colaboración internacional es una de las
instituciones gubernamentales donde más se ha desarrollado el estudio de los
aportes freireanos. Esta institución en particular se encarga de la preparación
del personal y la asesoría para las campañas de alfabetización que hoy se
realizan en más de 25 países de América Latina, África y Asia. Fiel a la
tradición de amistad e intercambio pedagógico que se estableció entre Raúl
Ferrer y Paulo Freire, el IPLAC ha avanzado una exitosa concepción teórica
metodológica donde reconoce los aportes de ambos pedagogos.
La dirección del Ministerio de Educación de Cuba (MINED), al intervenir en
noviembre del 2004 en la IV Reunión del Grupo de Alto Nivel de la Organización
de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), tuvo
palabras de reconocimiento para Freire, y refirió como sus aportes son introducidos en la
metodología cubana. Entonces el MINED afirmó que los modernos métodos de
alfabetización y de educación básica y secundaria, desarrollados por educadores
cubanos, se habían nutrido del sistema psicosocial del educador brasileño[lvi].
En esta dirección se celebró con éxito
el Primer Coloquio de Alfabetización y Educación de Adultos Raúl Ferrer y Paulo
Freire in memorian, en la Univerisidad Pedagógica "Frank País" de
Santiago de Cuba.
El trabajo del IPLAC es altamente valorado en el campo internacional y ha
sido premiado por la UNESCO. A su vez recibe todo el apoyo de los más amplios
sectores del movimiento progresista y revolucionario de la región. En su
reunión a principios de enero del 2007 en San Salvador, el Foro de Sao Paulo,
articulación de más de cien organizaciones de la izquierda de la región,
señaló: “En cuanto a la educación, una meta común es la erradicación definitiva
del analfabetismo, que puede ser ejecutada de forma supranacional por medio de
programas solidarios e incluso con la participación voluntaria de estudiantes.
Las iniciativas cubanas en este sentido y la metodología Paulo Freire de Brasil
pueden ser buenas referencias para este fin”[lvii]
Retos en el futuro inmediato
Los esfuerzos de los promotores de la obra de Paulo Freire en el país van
dando sus frutos, en un contexto no exento de contradicciones y barreras.
Freire aún no está plenamente incorporado a la formación y el debate pedagógico
masivo. Su pedagogía y filosofía de la educación continúa sin presencia
sustantiva en los programas masivos de formación y recalificación de personal
pedagógico cubano. Tampoco se utiliza el pensamiento freireano y sus aportes
–menos de sus continuadores - para estimular el trabajo cotidiano del docente y
desarrollar un mejor clima participativo
y dialógico en las escuelas y universidades.
Freire aún aparece en algunos espacios educacionales encasillado en las
críticas dogmáticas a sus dos textos preliminares. Están los que se han quedado en las diferencias en la didáctica de
alfabetización, desconociendo la identidad que compartimos en el planteamiento
pedagógico filosófico incuestionablemente liberador. Por desconocimiento de la
obra freireana, también existen pedagogos que
lo ven como un tibio “humanista y culturalista”, un ideólogo de la concientización,
sin un planteamiento político de genuina transformación social, o poseedor
de un pensamiento incompleto, falto de rigor científico, necesitado de
elaboración teórica. Es que la mayoría de los educadores cubanos además de
conocer muy superficialmente las obras
pioneras, nos perdimos al Freire que fue creciendo por su propio esfuerzo de
ciencia y conciencia, al contacto con los movimientos de liberación y las
luchas de los pueblos. Ese otro Freire
fue un desconocido y aún lo es, para una buena parte de las maestras y maestros
caribeños y latinoamericanos y los cubanos no son excepción[lviii].
No faltan por demás las asunciones de extremo: Perdido el referente
soviético, Freire no ha escapado de los que intentan nuevos mimetismos
acríticos. Se trata de intentos de incorporación mecanicista, que se
caracterizan por la falta de espíritu crítico y solidez teórico metodológica. Generalmente tales
abordajes dan la espalda a la propia
historia de la pedagogía y la educación nacional, para intentar descubrirnos un
Freire completamente descontextualizado, tanto de sus entornos históricos
concretos, como de sus más nucleares esencias pedagógicas y filosóficas.
Siempre debemos tener presente que si la obra de Paulo Freire resulta
importante, para los cubanos José Martí es fundamental, y el pensamiento
pedagógico de Fidel Castro y Che Guevara, resultan decisivos. Entonces de lo
que se trata, es de poner un valladar al esnobismo inculto y empobrecedor, y defender la construcción inclusiva y la
articulación dialéctica. Precisamente esa es la posición que Paulo Freire
siempre defendió.
El problema más central está precisamente, en que aún no se generaliza la
necesidad de entender la propuesta freireana en su esencia desarrolladora y
dinamizadora de nuestra propia historia y conceptualización nacional. Esto pasa
por comprender que la peculiaridad de la presencia de un núcleo teórico y
práctico reconocido como educación popular, en historia de la pedagogía y la
educación cubana, está presente también en la experiencia de otros pueblos del
continente, en México, Brasil, Perú, y que la misma tuvo su eclosión más
definitiva desde la segunda década del Siglo XX, con el movimiento de reforma
universitaria y la fundación de escuelas proletarias y universidades populares
por parte del naciente movimiento obrero y comunista en la región. Desde esta
perspectiva el movimiento de educación popular que nace en la Latinoamérica de
finales de los pasados sesenta y setenta del Siglo XX comparte nutricias y profundas raíces con el que más
tempranamente se articuló en Cuba. “Freire tiene una cantidad de coincidencias
con el pensamiento martiano increíbles”, subraya Nydia González, una de las
pioneras de la educación popular en Cuba a través del Colectivo de
Investigación Educativa "Graciela Bustillos”. De ahí precisamente el
reconocimiento que hace Freire a José Martí[lix].
La articulación filosófica y práctica del pensamiento revolucionario de
José Martí y Paulo Freire en la enriquecedora perspectiva del marxismo, aún
está por concretarse. “Todos los pedagogos cubanos –afirma la pedagoga Nydia
González - tenemos mucho de los conceptos pedagógicos de Martí, aunque hay
veces que se nos olvidan. Incluso, podemos llegar a decir que no hay un cubano
que no interprete, que no comprenda el pensamiento martiano. Pero una cosa es
entender a Martí y otra cosa es hacer lo que Martí dijo. Son dos momentos
diferentes. Porque no siempre tenemos la capacidad de ver las insuficiencias o
las incoherencias entre nuestro actuar y ese pensar. Y ahí es donde estriba el
que puedan haber prácticas que no sean coherentes con el pensamiento que todos
estamos defendiendo: el pensamiento de Martí, el pensamiento de Freire, el
pensamiento leninista, esa dialéctica de Marx que uno ha convertido en
metafísica al enseñarla”[lx].
La ausencia de decisiones y orientaciones concretas en los niveles
ministeriales y en las direcciones provinciales y municipales, parecen afirmar
el hecho de que para nuestros responsables de la política educativa estatal,
incorporar el legado de Paulo Freire no resulta una prioridad. Sin embargo la pedagogía freireana abre a las
maestras y maestros del país, trascendentes reflexiones sobre su praxis.
El reconocimiento de la importancia
de pedagogía freireana en el planteamiento teórico, la práctica y el discurso
político institucional del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño,
constituye un primer e importante paso
en esa necesaria incorporación de Freire que deben realizar los
institutos educacionales estatales.
El
conocimiento y la aplicación de los
postulados de Freire transcurre sobre todo, como un proceso histórico lógico de
búsqueda y enriquecimiento del profesorado cubano, en la medida que este se
plantea solucionar los retos que enfrenta, y tiene a su disposición en
bibliotecas y sobre todo en las redes nacionales y en Internet, el arsenal
metodológico, filosófico y político de Freire y la educación popular.
“Aunque
en muchas de nuestras aulas predomine la enseñanza explicativa tradicional, y
algunos estudiantes desarrollen un conocimiento para la escuela y otro para el
mundo que nos rodea –reflexiona la profesora Dalila A. Aguirre Raya docente
Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana-, muchos docentes se
esfuerzan por darle un enfoque participativo y dinámico a la docencia que
imparten, estimulando el desarrollo de la independencia en los alumnos, porque,
de no ser así, corremos el riesgo de convertirlos -citando a Freire- en un
"Banco de informaciones" privándolos de la capacidad de pensar,
razonar, llegar a conclusiones por sí mismos y, por si fuera poco, a tomar
decisiones”
“Como docente –continúa Aguirre
Raya-, pienso que es el momento de promover la autonomía en los estudiantes, la
independencia al libre pensamiento, a la búsqueda de los conocimientos y lograr
que exterioricen sus necesidades; y a nosotros nos corresponde ser más
asertivos con ellos y con aquellos que nos orientan o dirigen sin temor al
fracaso. Debemos poner a prueba todas nuestras capacidades cognitivas y
cognoscitivas para formar un hombre nuevo capaz de tomar decisiones y superarse
ante las dificultades sin el menor daño a la autoestima”[lxi].
En la
Cuba de hoy, se impone generalizar
definitivamente la comprensión de que el pensamiento de Paulo Freire, en tanto
eje articulador de lo que se conoce como movimiento de educación popular
latinoamericano, no agota, sino que dinamiza un amplio espectro de creación
pedagógica en continuo debate y enriquecimiento. De que Freire en tanto
filósofo de la educación y pedagogo revolucionario, tiene propuestas de
enriquecimiento al proyecto pedagógico, ideológico cultural del socialismo que
construimos en el país[lxii]. Paulo Freire y sus continuadores nos pueden
aportar frente a nuestros retos actuales, que no son solo escolares.
El trabajo que realiza el CMMLK y las instituciones y organizaciones que
laboran por incorporar la óptica y los métodos de la educación popular, no esta
exento de obstáculos. En el seno de la sociedad política cubana aún se
manifiestan incomprensiones y prejuicios hacia ese tipo de interacción y
construcción de activismo y conciencia social. Las concepciones dogmáticas las
tendencias a una excesiva centralización, el burocratismo y la inercia
persisten en un grupo de funcionarios.
El ingeniero Humberto Pomares, especialista del Centro de Desarrollo Local evalúa el hecho de
que "estamos en una sociedad que, como casi todas las del mundo,
trae una cultura de dominación". "Aunque tiene un discurso
revolucionario –reflexiona Pomares-, mantiene métodos y costumbres de la
dominación. "Hay un montón de prejuicios cuando se plantea una reflexión
sobre el poder, porque existe la creencia de que cambiar los estilos de
dirección, de distribuir el poder, debilita al proceso revolucionario"[lxiii]
(Dalia Acosta: 2007).
La psicóloga María Isabel Romero Sarduy, actual coordinadora del programa
de educación popular del CMMLK ratifica que la educación popular constituye una
"propuesta definitivamente anticapitalista, antihegemónica, cuestionadora
de esa cultura occidental que naturaliza las relaciones de dominación de unos
grupos sociales sobre otros". Esas relaciones de dominación –continúa
Romero- se manifiestan en escenarios tan cotidianos como la familia, la escuela
o la pareja, todos marcados en mayor o menor medida por relaciones de poder
asimétricas y, en no pocas veces, autoritarias”. "La educación popular
provoca cambios en las visiones y concepciones de las personas, individualmente,
que repercuten en sus prácticas sociales", subraya Romero, quien cita
transformaciones como "aprender a escuchar, a trabajar en grupos, a
construir propuestas de manera colectiva, a asumir relaciones comunicativas
horizontales, es decir, a dialogar."[lxiv].
Sin dudas, avanzar las propuestas freirianas en el seno del proceso
revolucionario cubano se enmarca hoy más que nunca en la dialéctica de
desarrollo de la Revolución, se inserta el momento cultural y político que vive
la sociedad cubana, es parte y también contenido del mismo. Tiene que ver de
manera fundamental con cuanto hemos rectificado, con cuanto construimos y de
qué forma lo hacemos. Con que es lo posible frente a la impronta de lo
necesario tanto por importancia como por urgencia.
Freire y la educación popular por su identidad estratégica, experiencia
acumulada y propuesta de trabajo participativo, sin dudas pueden reforzar el
frente socialista. Se trata del vínculo que ha alcanzado la educación
popular latinoamericana con la
cotidianidad de las personas, en la transformación de las prácticas de vida
como dimensión indispensable para la transformación de las estructuras de la
sociedad, y sobre todo para el desarrollo de relaciones humanistas,
objetivamente socialistas. Contribuir en la lucha ideológica contra la herencia
negativa de los siglos de opresión, contra el individualismo y el consumismo
capitalistas, el egoísmo, el machismo, el sexismo, las intolerancias de diversa
índole, los verticalismos institucionales y personales. También para ayudarnos a
comprender y resolver los errores que se
cometen y las insuficiencias que aún existen en la forja de la nueva sociedad.
Y tal dirección como aprecia Esther Pérez “…en la medida en que vamos avanzando
en el camino de la liberación, en el camino de la construcción del socialismo,
Paulo Freire se nos va haciendo cada vez mucho más necesario, y se va haciendo
mucho más pertinente, y se va haciendo mucho más entrañable”[lxv].
De lo que no caben dudas es de que el sujeto popular, el hombre y la mujer,
la juventud y los cuadros resultantes de la Revolución, están mejor preparados
que nunca para aprender, para pensar y tomar decisiones coherentes con el
humanismo y el progreso social. Un hecho que marca el actual momento cubano es
definitivo: Toda la descomunal maquinaria de subversión de los Estados Unidos
no logra confundir a la mayoría del
pueblo y hay confianza en que los
problemas e insuficiencias que tenemos serán resueltas. Pero la confianza no es
una categoría inmutable, se pelea todos los días en el ámbito de la vida
material y espiritual, y en ello, junto a los tesoros de idealidad y
experiencia revolucionaria que posee la Revolución Cubana con Martí, el Che
Guevara y Fidel Castro, también el pensamiento de Paulo Freire puede y debe dar
una valiosa contribución.
[ii] En este artículo expongo en resumen, un primer
acercamiento al tema, para el que he contado con la colaboración de un grupo de
colegas, alumnos e instituciones: Rolando
Buenavilla Recio, de la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José
Varona”; Jorge Ferrera del área América del Departamento General de Relaciones
Internacionales del Comité Central del PCC; Joel Suáres, del Centro Memorial
Martin Luter Kingh J.; Rubens Paolucci Júnior, del Centro de
Educación Popular del Instituto Sedes Sapientiae (CEPIS), Sao Paulo; Luis Castro-Kikuchi y Gustavo Rojas,
de EDUCAP, Perú, John D. Holst, Universidad de St. Thomas, Minneapolis; Robert Bahruth, Universidad de Boise, Idaho, así como
los colegas de la Sección de Educación de la Latin American
Studies Association (LASA), de la Adult Education Research Conference (AERC); y
mis alumnos y
tesistas de la Escuela Pedagógica Latinoamericana (Lima) y del Doctorado en
Pedagogía Critica de la Universidad de St. Thomas, Minneapolis.
[iii] En los años veinte del pasado siglo, el Papa Pío XI
emprendió la reorganización de los laicos, dando vida a la moderna Acción
Católica. En la intención del Sumo
Pontífice, la AC debería constituir un vasto movimiento apto para coordinar el
empeño apostólico de los seglares, bajo la guía de la Jerarquía. La Acción
Católica latinoamericana se va a caracterizar por su orientación a la
izquierda, proceso que es particularmente importante en Brasil y Chile. Ver:
Silva Gotay, Samuel (1981) “Origem e desenvolvimento do pensamento cristão
revolucionário a partir da radicalização da doctrina social cristà nas décadas
de 1960 e 1970”, en CEHILA, História da teologia na América Latina, Paulinas, São Paulo, 1981;
Gómez de Souza, Luis Alberto (1984): A JUC. Os estudantes católicos e
a política, Petrópolis, Editora
Vozes
[iv] Con la llegada de
Miguel Arraes, en 1960, a la alcaldía de Recife, se crea el Movimiento de Cultura Popular (MCP-), grupo de intelectuales de todos
los sectores progresistas de Pernambuco.
[v] Góes,
Moacyr de: "Cuba, Recife, Natal ou o sonho de três cartilhas de
alfabetização para mudar o mundo", Contexto e Educação"."Revista
de Educación en América y el Caribe"-1995
[vi] Thales, Josina, brasileña, Alumna de Freire en la Universidad de
Pernambuco, miembro del Movimiento de Cultura Popular. Profesora
internacionalista en Cuba y Mozambique. Testimonios, brindados al autor, Sao
Paulo, julio-agosto, 2008
[vii] Lauand, Jean (1898): Entrevista a Celso de Rui Beisiegel. Paulo Freire y la Educación Popular en Brasil /El EDF-FEUSP, http://www.hottopos.com/notand1/index.htm"
[viii] Ya con
las deformaciones dogmáticas y la intolerancia que le introdujo el estalinismo
[ix] A partir de 1947, el imperialismo yanqui emprendió
abiertamente la «guerra fría» contra la URSS y las democracias populares. La
bandera utilizada fue el anticomunismo. Desplegó a escala mundial una campaña
calumniosa contra los comunistas, que tuvo como objetivo importante, romper la
unidad democrática forjada en el curso de la Segunda Guerra Mundial.
[x] Recordemos que aunque el Concilio Vaticano II (1962-1965), no trató explícitamente el tema del comunismo, en su seno se movieron las fuerzas anticomunistas, lideradas precisamente por dos obispos brasileños. Ver. Leoni: Francesco (1967): Una página poco mencionada del Concilio Ecuménico, la petición anticomunista, Revista de Política Internacional, no. 89, enero-febrero, Madrid.
[xi] Freire en más de una oportunidad trató de explicar por
qué aceptó los fondos provenientes de la USAID, pero la inmensa mayoría de sus
compañeros de entonces, consideran un
error el haberlo hecho.
[xii] Tras dos
veces ser llevado a la cárcel, en septiembre de 1964, Freire se vio forzado a
dejar el país. Fue primero a Bolivia y luego a Chile
[xiii] Núñez Hurtado
Carlos (2006): Educar para transformar o Transformar para educar, Editorial
Caminos, p 63
[xv] Núñez Hurtado Carlos (2006): Ob.cit p 63; Bustillos
Sánchez Aldana (1983): “ El trabajador social como educador popular”, Centro
Jaliscience de Productividad,
Guadalajara, diciembre.
[xvii] Betto, Frei (2007): Cuba y Paulo Freire, Red en defensa de la humanidad, 7
de mayo del 2007, http://www.defensahumanidad.cult.cu
[xix] Freire, Paulo (1959): Educação e atualidade brasileira. Recife:
Universidade Federal do Recife, 1959, tese; (1963): Alfabetização e
conscientização, Editora Emma, Porto Alegre
[xxi]Trujillo, Idania (2005): Freire entre nosotros, La Ventana, 24 de Febrero
del 2005, http://laventana.casa.cult.cu); Hanecker, Marta (1994): El sueño era posible,
Editora Popular, La Habana, p 38.
[xxiii] Pérez Cruz, Felipe de J. (2009): “La
educación y la pedagogía cubanas en el movimiento nacional liberador. Visión
panorámica desde la revolución en el Siglo XIX” En: Rajland, Beatriz y María
Celia Cotarelo (comp.) (2009): La Revolución en el Bicentenario. Reflexiones
sobre emancipación, clases y grupos subalternos, Buenos Aires, CLACSO.
[xxv] El gran aporte cubano a la alfabetización, está en que se continúa en los
planes de seguimiento, primero para alcanzar seis grados de instrucción, y
luego para arribar a nueve grados, en compañas también masivas dirigidas por
los sindicatos y el Ministerio de Educación. Fernández Perera, Rosario y otros (1985):
La batalla del Sexto Grado, Editorial Pueblo y Educación, La Habana; Ferrer, Raúl (1963): “Avances de la
Educación Obrera y campesina en Cuba”, Cuba Socialista, no. 23, La Habana; Vidal Peroni,Cera María (2000): A Campanha que erradicou o Analfabetismo em
Cuba, Editora UFMS, Campo Grande-MG, Brasil, p 109-124;
[xxvi] Masson,
Caridad y Ana Monroy (2008): “Cuba en la
trinchera de su política exterior (1959-1975)”Cuadernos Cubanos de Historia,
Instituto de Historia de Cuba, La Habana, p 78; Pérez Cruz, Felipe de J.
(2008): “Cuba: solidaridad e
internacionalismo socialistas”, Contexto Latinoamericano, No. 10, 2008, México
D.F., p 163 y ss.
[xxvii] Torres, Carlos Alberto (1996): A voz do biógrafo latino-americano. Uma
biografia intelectual, en : Moacir Gadotti (Org.): PAULO FREIRE. Uma
biobibliografia, Cortez Editora Instituto Paulo Freire, São Paulo, 1996.
[xxviii] Pinto Contreras, Rolando N. Chileno, Profesor de la Universidad Católica de
Santiago de Chile, Director de educación campesina en el gobierno de la Unidad
Popular, miembro de equipos de trabajo de Paulo Freire, cooperante en la
asesoría freiriana a la Cruzada Nacional de Alfabetización "Héroes y
Mártires por la Liberación de Nicaragua" (CNA). Entrevista realizada por
el autor en Halifax, Canadá el 9 de junio del 2007.
[xxix] Núñez, Carlos (2003): “Pedagogía del Oprimido: La educación verdadera es la
que construye ciudadanía crítica" Página 12, México, 26 de noviembre del
2003, http://www.elcorreo.eu.org.
[xxxi] Freire, Paulo y
Donaldo Macedo (1987): Literacy: reading the word and the world, Mass., Bergin
& Garvey, p 94 y ss.
[xxxii]Moacir Gadotti:
A Voz do Biógrafo Brasileiro. A Prática à Altura do Sonho,
http://www.ppbr.com/ipf/bio/brasileiro.html#1
[xxxiv] McLaren, Peter (2000): Che
Guevara, Paulo Freire, and the Pedagogy of Revolution, Towman and Littlefield
Publishers, Inc, New York, p 163
[xxxvi] Legón, Sara. Cubana, jefa de la asesoría en el Ministerio de Educación de
la República de Angola, 1976-78, jefa de misión de asesoría cubana a la
República Democrática de Sao Tomé y Príncipe, 1978. Entrevista realizada por el
autor en La Habana, el 27 de diciembre del 2005.
Villasana, Jesús. Cubano, asesor cubano en el Ministerio de Educación de la
República de Angola, 1976-79, Entrevista realizada por el autor en la Ciudad de
La Habana, el 1 de marzo del 2006.
[xxxvii] Chávez, Justo. Cubano, asesor en el Ministerio de Educación de la República
de Nicaragua en 1979-80. Entrevista realizada por el autor en La Habana, el 10
de febrero del 2006; Pinto Contreras, Rolando N. , testimonio citado.
[xxxviii] Pérez Cruz, Felipe de J: (2001): La alfabetización en Cuba: Lectura
histórica para pensar el presente. La Habana,
Editorial de Ciencias Sociales, p 109 y ss.
[xl]Ferrer, Raúl. (1988). “Prólogo”. En: Pérez Cruz, Felipe de J.: Las
coordenadas de la alfabetización, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, p
VII
[xli] Ferrer, Raúl (1980): Testimonio al autor
[xlii]Freire, Paulo, Esther Pérez y Fernando Martínez: Ob.cit , p 15
[xliii] Canfux, Jaime, cubano, Presidente de la Cátedra de Educación de Adultos del
Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC), asesor cubano en el
Ministerio de Educación de Guinea Bissau 1978, asesor cubano en el Ministerio
de Educación de la República de Nicaragua en 1979-80. Entrevista realizada por el autor en La Habana, el 22 de noviembre del 2005.
[xliv] Betto, Frei (2007): “Cuba: Educación y Neocolonialismo”, Adital , 03-07, http://www.adital.org.
[xlv] Entendido como presión
política ejercida por funcionarios y directivos que fijaba como fin de la
educación la obtención de altas calificaciones en las mediciones evaluativas,
sin preocuparse por la calidad y eficiencia del proceso pedagógico
[xlvi] Acosta, Dalia (2007): Sociedad-cuba:
Un camino de 20 años. Reportaje
de IPS, http://cubaalamano.net; El Centro Memorial Dr. Martin Luther
King, Jr. cumple dos décadas de vida, Cubarte, http://www.cubarte.cult.cu,
8 de mayo del 2007.
[xlvii] Pérez, Esther (s.a.): América Libre, Argentina, No. 18, Causas y azares, http://www.nodo50.org/americalibre
[xlix] Esther Pérez publicó en el pasado 2004, el texto “Freire entre nosotros”,
donde reivindica la historia de compromiso y trabajo de quienes en el país, han
mantenido y desarrollado el movimiento
de educación popular. Ver: Pérez, Esther (2004): Freire entre nosotros. Una
experiencia cubana de educación popular. La Habana, Editorial Caminos.
[l] Mara Monzoni: Apuntes sobre educación popular en Cuba hoy,
noviembre de 1996, Documento. Centro de Documentación, CMMLK, La Habana
[li] Romero Sarduy, María Isabel: Nuestra historia. Programa
de Formación Integral de Educadores
Populares Documento, CMMLK, La Habana, 2010 (inédito)
[lii] Iden
ant.
[liii] Ver: Mirabal
Paterson, Annia: La capacitación de los líderes locales desde la educación
popular. una herramienta para la gestión, Grupo de Desarrollo Local,
Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, 2004, p 3
[liv] González Rodríguez, Nydia (2202):
Transformando el mundo del aprendizaje a través de la educación popular: Una experiencia desde la sociedad civil en
Cuba”, La UNESCO en el Foro Social Mundial 2002 WSF Paper, www.unesco.org/most/wsf/gonzalez.pdf
[lv] Cátedra de Estudios Comunitarios "Paulo Freire: Documento 2000,
Centro Provincial de Superación para la Cultura de Cienfuegos: http://www.azurina.cult.cu)
[lvi] IV Reunión del Grupo de Alto Nivel de la Organización de Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Periódico Granma, La
Habana, 9 de noviembre del 2004.
[lvii] Foro de Sao Paulo: XIII Encuentro del Foro de Sao Paulo, San Salvador,
12-16 de enero del 2007, http://forosaopaulo.fmln.org.sv).
[lviii] Sobre esto Carlos Díaz
Marchante afirma: “…el Freire posterior a “Pedagogía del Oprimido” no es muy
conocido ni citado por quiene se dedican a estudiar su obra
[lix] Lado, Miguens (2007): La pedagogía
de la revolución. Entrevista a la presidenta de la Asociación de Pedagogos de
Cuba,
[lxi] Aguirre Raya, Dalila A (s.a.).: Psicología de la comunicación en el aula.
Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana http://www.ucmh.sld.cu).
[lxii] S.D. Angelo Hernández,
Ovidio (2005): Autonomía integradora y transformación social: El desafío ético
emancipatorio de la complejidad, Publicaciones Acuario, Centro Félix Varela, La
Habana, p 13´15
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