atardecer en el Waraira Repano

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atardecer en el Waraira Repano, Julio 2010

domingo, 28 de octubre de 2012

LA SITUACIÓN YANOMAMI EN LA COYUNTURA ACTUAL


LA SITUACIÓN YANOMAMI EN LA COYUNTURA ACTUAL

Esteban Emilio Mosonyi

Caracas, sábado 15 de septiembre de 2012.

Todos celebramos el hecho de que las denuncias sobre una supuesta masacre en la comunidad yanomami de Irotatheri (lugar de los araguatos) no resultasen ciertas. La Comisión de Alto Nivel que visitó la zona y la aldea de ese nombre no encontró evidencia alguna de la muerte de personas o destrucción de cualquier tipo. Lo cual coincide además con el retiro de la denuncia por parte de otros actores sociales involucrados, entre ellos el dirigente yanomami Luis Shatiwë y la propia Survival International, quienes también reconocen que no hubo tal matanza. Considero sin embargo –y en eso creo interpretar el sentir y el pensar de muchos aliados nuestros– que el Episodio de Irotatheri significa o más bien debería significar un punto de inflexión en el tratamiento colectivo –no solamente gubernamental– de nuestra realidad indígena y la problemática ambiental en medio de la cual esta se desenvuelve. A pesar de haberse transcurrido algunos días a partir del cruce de los documentos iniciales, la discusión y el debate sobre el tema indígena se mantienen vivos. Por tanto es nuestra obligación no solo ética sino histórica el no dejarlos decaer quién sabe por cuanto tiempo. Es preciso llegar antes a un conjunto de constataciones, conclusiones e ideas guías que merezcan cierto grado de consenso operativo entre los principales actores sociales con mayor grado de participación: comenzando por supuesto con nuestros hermanos indígenas y sus organizaciones.

En este punto tengo que referir brevemente cómo llegó la denuncia a mis manos y en qué forma se ha ido gestando la situación de extrema complejidad que hoy estamos percibiendo. El Documento que en primer lugar me hizo reaccionar fue el Pronunciamiento de las Organizaciones Indígenas de Amazonas del 27 de agosto del 2012, firmado por catorce organizaciones de diferentes pueblos étnicos que hacen vida en esa región; así como por el Diputado Indígena José Gregorio Díaz Mirabal, Vice Coordinador de CONIVE y Guillermo Guevara, Constituyente Indígena de 1999. Es bueno precisar que estas entidades como los personeros que las representan tienen una sólida trayectoria de lucha por los derechos y reivindicaciones de los pueblos autóctonos; también desde el punto de vista de su ética personal son merecedores de nuestra confianza. No se trata, pues, de unos “discípulos de las Nuevas Tribus” ni pesa sobre ellas/os acusación alguna según mi mejor conocimiento. Lo digo como protagonista de la lucha contra las Nuevas Tribus desde su comienzo en el siglo pasado.

En este primer Documento de las Organizaciones Indígenas –posteriormente hubo otro y estamos esperando uno tercero que viene en camino– se da la presunta masacre casi como un hecho, según testimonio de catorce (14) voceros yanomami procedentes del interior de su hábitat, quienes a su vez basaron su denuncia formal en declaraciones de los presuntos tres (3) sobrevivientes. Estos habían relatado una matanza con helicóptero y armamento pesado en la comunidad de Irotatheri, en la cual habrían perecido algo más de ochenta (80) personas y tanto estas como sus viviendas habrían sido calcinadas. Contando con horribles antecedentes como la masacre de Haximú del año 1993 y las continuas denuncias sobre la presencia –según algunos multitudinaria– de garimpeiros en la región, con su habitual violencia y maltrato hacia las comunidades indígenas y sus integrantes; una minería incontrolada con amplio uso de mercurio y deforestaciones por doquier: era imposible no prestarle debida atención a este tipo de denuncias, máxime si las cosas no parecen haber mejorado en la presente década. Especialmente en los últimos tres (3) años, circulan informaciones sobre deficiencias en los programas de salud y abandono generalizado de la población yanomami por parte de las instituciones. Convalidamos con la mejor honestidad a nuestro alcance la enorme importancia de la visibilización de los pueblos originarios de nuestro país y su pleno reconocimiento constitucional desde el año 1999 y luego también legal; incluso el significado innegable de una gran cantidad de programas ampliamente financiados cuyos destinatarios fueron no solamente los yanomami sino los indígenas venezolanos en general. Pero a partir del segundo lustro del primer decenio de este siglo y más en estos años, no parece caber duda alguna sobre las despriorización del tema indígena y sus lamentables efectos en todo el territorio nacional.

Insistimos en todos estos precedentes para dejar claro y nítido, de una vez y por siempre, que la serie de denuncias relativas a Irotatheri no son obra de ninguna conspiración macabra para desestabilizar la República Bolivariana de Venezuela, no son invento de la extrema derecha, tampoco proceden de algún grupo apátrida ni de las agencias del Imperio, a menos que le demos el nombre “gar-imperio”, cuya presencia masiva sí es harto conocida. Es verdad que posteriormente se sumó la organización venezolana Grupo de Trabajo Socioambiental de la Amazonía-Wataniba y, como se sabe, Survival International. Esta importante ONG lleva muchos años trabajando en pro de la supervivencia de las etnias indígenas alrededor del mundo, y si bien nadie es intocable ni exento de recibir criticas justas o injustas, podemos afirmar objetivamente que se trata de una entidad seria y además fructífera en el transcurso de su largo desempeño: no son ningunos monstruos fascistas como algunos comentarios los hacen aparecer.

Tales hechos no invalidan automáticamente la posibilidad de que estas clases de denuncias puedan ser utilizadas contra el Gobierno y el Estado venezolano en una forma falsa y desleal tanto por agentes y agencias internos como externos. De hecho, hemos sido testigos de acusaciones y descalificaciones claramente tendenciosas. Pero aun eso tiene sus limitaciones porque si apuntamos, por ejemplo, a la contienda electoral, para los enemigos del actual Presidente de la República sobran vías mucho más productivas para aceitar su campaña, que recurriendo a la temática indígena que no multiplica ni resta votos para ninguna de las tendencias en pugna. ¡Ojalá llegara el día en que la política indígena de cualquier país tuviese la fuerza de generar una profunda corriente de opinión pública! Es cierto que la realidad de los pueblos autóctonos va ganando espacio, pero es un proceso relativamente lento y plagado de obstáculos. Por ahora puedo dar fe de que la mera posibilidad de que en tierra yanomami puedan producirse grandes tragedias viene desde muy atrás como se comprueba en un texto escrito en yanomami por personas de esta etnia, en una compilación hecha por una investigadora muy honesta y amiga nuestra, Catherine Alès1.

Protegemos nuestra selva
No queremos ver a los que toman oro, a los que dañan y roban la selva, queremos que se vayan.
Cuando ellos llegaron muchos de nosotros nos enfermamos, muchos Yanomami se murieron. Ellos ensucian las aguas y se vuelven peligrosas y muchos de nosotros los Yanomami estuvimos enfermos. Ellos mataron a muchos Yanomami y también robaron mujeres.
Es por eso que defendemos nuestra selva.

Yamakï urihi noamaï
Urihi rë thômïmaïwehei, pë oro rë toaïwehei, pë urihi rë wâriaïwehei, yama pë mïï puhiomi, yama pë yashupraï puhi toprao.
Pë warooma thëhë yamakï pruka haririprariyoma, pruka Yanomamï pë nomarayoma. Mao u pë shamiaï ha a wayuprou, Yanomamï yamakï pruka haririoma. Thë pë kai Yanomamï pruka sheprama, suwë pë kai thômïmamahe.
Îhï kutaheni yamakï thë urihi noamï.

Como vemos, este notable y muy auténtico testimonio data del último año del milenio pasado, aunque fue recogido seguramente algo antes de su publicación. Pero la presencia maldita de los garimpeiros –criminales eco-etnocidas como ellos solos, que aún no han sido desalojados de nuestro país data– desde mucho antes. El colega antropólogo español Antonio Pérez se refirió hace poco a una denuncia que me tocó ya para entonces protagonizar hace casi treinta (30) años.

Denuncian profesores universitarios. Concesiones mineras en el Alto Orinoco llevarían a la muerte a los Yanomami. Piden al Presidente Lusinchi la revocatoria de estas concesiones y la investigación de los hechos por parte de la Fiscalía y el Congreso Nacional… Según denuncian los profesores Esteban Mosonyi, antropólogo; Raúl Domínguez, abogado agrarista y Alexander Luzardo, sociólogo y diputado al Congreso Nacional… la organización Survival, Sobrevivencia Internacional, envió al Presidente Jaime Lusinchi un documento el pasado primero de marzo, donde denuncian esta situación… Estas denuncias han sido confirmadas por el Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho que ha advertido que el reparto del territorio ancestral de la etnia Yanomami llevará a la irreversible desintegración y mortandad de este grupo humano y a la destrucción de las fuentes del río Orinoco… Para nadie es un secreto y existen pruebas abundantes al respecto, que la presencia de sectores mineros en el corazón del hábitat Yanomami ocasionaría el despojo de todas las tierras étnicas (180 mil kilómetros cuadrados)… Además, al verse despojado de su base económica y humillado en sus raíces culturales, se convertiría en víctima fácil de una inicua explotación semi-esclava y podría caer en la mendicidad y otras formas de marginalidad extrema” (Pérez, Antonio. Treinta años no es nada. El Universal, martes 03 abril 1984)

Más adelante el colega Pérez conecta estos hechos con la situación actual que aparenta ser hasta más amenazante, ya que los garimpeiros han crecido en número, se han hecho más potentes, andan muy bien equipados incluso en materia de armamentos, además de formar parte de poderosas mafias con tentáculos que se extienden por América y otros continentes. Las circunstancias apremian porque de proseguir impunemente las razzias de garimpeiros u otros facinerosos a los shapono yanomami se pondría en entredicho la continuidad de esta cultura y pueblo multimilenario: patrimonio de la humanidad según la UNESCO, valioso ejemplo de convivencia e incluso de apoyo mutuo entre el ser humano y la naturaleza, lleno además de espiritualidad, valores profundos y un simbolismo ritual, mítico y lingüístico de inmensa complejidad. Con la desaparición de este pueblo también se perdería la diversidad biológica y ambiental de esta parte de la Amazonía, totalmente incompatible con la invasiva penetración del mundo “occidentalizado” a nuestras selvas, especialmente con la deforestación incontrolada y la minería intensiva, inclusive a la que se pretendiese dar un carácter legal.

Ha devenido ya en aforismo –cada vez más repetido– el dicho de que sin la Amazonía la humanidad se quedará sin agua potable ni aire respirable; pese a lo cual tanto las corporaciones transnacionales como los distintos gobiernos hacen lo posible y lo imposible por contribuir a su desintegración. Este tema ha sido muy bien estudiado por diversas disciplinas ecológicas, biológicas y socioculturales, por lo que podemos exhibir los soportes necesarios para fundamentar estas afirmaciones. Hasta ahora, poco o nada se ha logrado para compatibilizar de alguna manera la minería y otras formas de aprovechamiento de los bienes provenientes de la selva con un respeto real, no solamente retórico, del ambiente y de las comunidades y culturas indígenas. Muy a pesar de nuestras hermosas disposiciones constitucionales y una elocuente legislación pro-indígena, la población originaria sigue siendo percibida por la mayoría de las autoridades, las instituciones, inclusive una buena parte de la opinión pública como un peso muerto, una carga incómoda que solo está allí para complicar y dificultar nuestro proceso de desarrollo como país.

Esto es válido no solo para los yanomami, ya más o menos visibilizados por una multitud de investigaciones y otras razones largas de contar, sino para la totalidad de los cuarenta y dos (42) pueblos indígenas de Venezuela, sin olvidar a los del resto del mundo. Sería fácil extendernos indefinidamente, pero conformémonos esta vez con nombrar a los pueblos yukpa y barí de la Sierra de Perijá –como expresó agudamente el amigo y luchador social Santiago Arconada, “yukpa” se escribe con la Y de “yanomami”– cuyo largo proceso de lucha por sus tierras y el derecho a su vida y cultura ha conducido a una situación insostenible, ya plagada de muertes y amenazas inminentes. En este mismo contexto se inscribe la extremada lentitud con la que avanza el proceso de demarcación de las tierras indígenas en Venezuela y varios países del continente, además de las ambigüedades y tramposerías en su formulación jurídica. Sería hasta demasiado permisivo afirmar que la situación indígena en nuestro país no está en su mejor momento.

Confrontemos tan solo, muy brevemente, el caso de Nicaragua, país amigo nuestro de la ALBA; vale decir que no se trata de los habitantes de Marte o de Saturno. En ocasión del primer periodo de la Revolución Sandinista, al cabo de un período sanguinario de guerra civil –apoyado desde los Estados Unidos, pero donde también los sandinistas tuvieron parte de la culpa al no comprender las especificidades de los indígenas nicaragüenses de la Costa Atlántica ni de las comunidades afrodescendientes angloparlantes de la misma región– surgió finalmente una solución ejemplarizante para toda América: la Autonomía de la Costa Atlántica de Nicaragua. Lo digo con absoluto conocimiento de causa porque participé en el proceso. A partir de ese momento, las diversas etnias tienen aseguradas sus tierras; conservan y fortalecen sus idiomas y culturas en un ambiente de diálogo intercultural con los nicaragüenses hispanohablantes del Pacífico; incluso poseen una de las mejores Universidades Indígenas del continente, llamada Uracán. Pese a las opiniones calamitosas de nuestro Ginés de Sepúlveda venezolano, el escritor Luis Britto García –miembro del actual Consejo de Estado– quien ve en cada elemento sociodiverso un foco de inestabilidad y separatismo, y prefiere parlamentar con grandes corporaciones transnacionales antes que con cualquier etnia indígena, en Nicaragua no solo no se configura secesión alguna sino por el contrario, estas etnias amerindias y afrodescendientes forman un inmejorable puente de enlace con otros estados de Centro América y el Caribe. Confieso que las condiciones sociopolíticas son distintas en cada país, mas aun así tenemos mucho que aprender de este modelo nica, tal vez imperfecto pero extraordinario.

Se equivocan profundamente las autoridades venezolanas cuando tratan de reducir toda esta grave problemática a un plan desestabilizador con miras a las elecciones presidenciales. Sería un gravísimo error y una falta ética imperdonable acallar o descalificar los reclamos y denuncias, bajo el alegato de que algunas son o podrían resultar inciertos o desproporcionados. Nuestro norte es y debe ser siempre la salvaguardia de la sociedad yanomami y otros pueblos indígenas, junto al ambiente prístino que constituye su hábitat y sin el cual no habría vida en la Tierra. Por la misma razón, opté por movilizarme en mi calidad de Presidente del Colegio de Sociólogos y Antropólogos de Venezuela y Rector de la Universidad Indígena de Tauca, a título personal pero en unión con otros colegas, amigos y dirigentes indígenas. Estamos promoviendo un conjunto de reuniones y otros eventos para atender la ya inocultable emergencia, llamar la atención y sensibilizar al estamento político y a la élite del poder que rigen los destinos de Venezuela –tanto del lado del Gobierno como de la Oposición o quienes se consideren neutrales– para afirmar con claridad meridiana que la sociedad venezolana, en su totalidad e independientemente de su filiación política e ideológica, no está dispuesta a sacrificar su patrimonio ambiental, su diversidad biológica y social, y tampoco la existencia de sus pueblos originarios: en aras de un desarrollismo deshumanizado y desnaturalizado, economicista y guiado por intereses geopolíticos, cuya ola expansiva –una carrera “amuk” aparentemente indetenible– se extiende sobre todos los países de la región, sin discriminación de si se definen o autodefinen como de derecha, centro o izquierda.

Muy particularmente en Venezuela, nuestra sociedad atraviesa por una andanada esquizofrénica en la que cada actor político reconoce por un lado que somos un país bendecido por fuentes hídricas de dimensiones incomparables, una Amazonía y regiones selváticas exuberantes de diversidad biológica, humana, cultural y lingüística; vale decir, todo aquello que gran parte de la humanidad y del globo terráqueo ha ido perdiendo. Pero por otra parte, todos ellos lanzan a los cuatro vientos la peregrina idea de que seguiremos siendo el gran país-petróleo por los siglos venideros, uno de los mayores reservorios de oro y otros minerales que habrán de ser explotados sin consideración alguna por el ambiente y menos por las tierras indígenas, a través de convenios múltiples con diferentes países y numerosas corporaciones que ya iniciaron sus actividades. En este contexto, la Oposición simplemente ridiculiza la sola idea de “salvar el planeta” y “salvaguardar la existencia de las especies vivas, incluyendo a la humanidad”. El ex rector de la UCV, Dr. Luis Fuenmayor Toro –más o menos equidistante entre Oposición y Gobierno por decirlo así– habla del peligro de un “ambientalismo a ultranza”, que según él limitaría el desarrollo de nuestros países y coartaría el ejercicio de la Soberanía Nacional. Sostiene que poco a poco la humanidad, especialmente a través de la ciencia y la tecnología, irá encontrando la vía intermedia para ir conciliando las distintas posiciones para llegar así a un equilibrio constructivo. Tal postura pudo haber tenido más sentido hace treinta (30) o incluso veinte (20) años. Pero hoy día, después del fracaso de Kyoto y las conferencias mundiales subsiguientes sobre la protección del ambiente –debido principalmente a la oposición de Estados Unidos y otros países grandes, pero con la corresponsabilidad de todos los países del mundo– ya el Planeta entró sin asomo de duda en un proceso degenerativo: recalentamiento global, megaextinción de especies biológicas, deshielo de los casquetes polares, sabanización y desertización de los ecosistemas selváticos y boscosos restantes, una contaminación ya incontrolable que incluye la radiactiva, y dejémoslo allí para no alargar la lista.

El Presidente Chávez empero –quien sí cree en la salvación de la Pacha Mama y la instauración del Buen Vivir– lanzó sin embargo, hace poco tiempo, una propuesta neo-desarrollista que comprende cosas como el llamado ”arco minero”, que abarcaría el norte de los estados Bolívar y Amazonas y consistiría en la extracción masiva de minerales como el hierro, la bauxita, el coltán y otros; la construcción inmediata de un ferrocarril desde la Península de Paria hasta la ciudad de Manaus en Brasil, atravesando la Gran Sabana; el poblamiento intensivo del Sur Venezolano, con grandes ciudades, carreteras y colosales obras de infraestructura. Tenemos todo el derecho de preguntarnos, ¿dónde cabe allí el ambiente, las fuentes acuíferas, la biodiversidad, los espacios destinados a ser demarcados para los cuarenta y dos (42) o tal vez más pueblos indígenas? Con todo respeto y la mayor probidad decimos que, tal como están planteados, los dos extremos del compás son absolutamente incompatibles. Además, ¿qué propósito tendría un gran proyecto nacional socialista –o si se quiere capitalista– si estamos sacrificando estrepitosamente nuestro ambiente natural, biodiversidad y sociodiversidad? He asistido personalmente a varias reuniones con los movimientos indígenas, donde se comenzó a barajar la idea que nos tocará consolidar ahora, que consiste en solicitar responsablemente una moratoria para estos megaproyectos de desarrollo que –si se ejecutaren en la forma en que fueron concebidos– seguramente acabarían con nuestra naturaleza y en ella con los pueblos y culturas indígenas en aproximadamente veinte (20) o treinta (30) años, o sea una sola generación. Entiéndase que no nos proponemos descartar totalmente la minería, la búsqueda de recursos energéticos ni otros planes que de algún modo podrían servir para mejorar nuestra calidad de vida, defendiendo siempre la intangibilidad de los parques nacionales y otras áreas protegidas. Pero es y será cada vez más necesario realizar estos planes en conjunto, con participación plenamente interdisciplinaria y transdisciplinaria, con la presencia protagónica de los pueblos indígenas y otros pobladores tradicionales así como tantas otras organizaciones populares y ciudadanas, hasta que alcancemos un consenso operativo sobre lo que puede y debe hacerse u omitirse, a fin de llegar a un verdadero equilibrio entre lo tecno-económico y lo eco-humanístico. A mí personalmente no me cabe duda de que –habiendo voluntad de por medio– lograremos llegar a una solución, si no perfecta por lo menos satisfactoria y claramente viable.

Finalmente, ya volviendo al problema central que nos ocupa, pedimos la continuidad y ampliación de las investigaciones emprendidas en el hábitat yanomami, en colaboración con las autoridades brasileñas, cuya meta principal es la erradicación de los garimpeiros y la solución de los grandes problemas de la región y, en especial, de las necesidades más perentorias de sus comunidades indígenas, tanto yanomami como de otras etnias. En relación con el resto de Venezuela, se precisan acelerar las demarcaciones de tierras indígenas sobre la base de la auto-demarcación, hecha por los distintos pueblos y comunidades involucrados. Es urgente el resarcimiento de la aún inmensa deuda histórica con nuestros pueblos indígenas y afrodescendientes.
Recordemos tan solo por un minuto cómo habíamos permitido cobardemente con nuestro silencio, hace poco tiempo, la extinción casi total de los indígenas de la Patagonia y la Tierra del Fuego; antes de eso la brutal matanza exterminadora de los aborígenes de Tasmania, y tantos otros ejemplos que podríamos citar. Pero respecto de los yanomami y los demás pueblos indígenas asentados en territorio venezolano aseguramos desde ahora que los ángeles de la muerte NO PASARÁN.
1 Alès, Catherine. 1999. Protegemos nuestra selva. Culturas Indígenas del Amazonas Venezolano. Caracas: Ex Libris. Págs. 64-66.

Carta al Gobierno de la Republica Bolivariana de Venezuela por Situación del Pueblo Yukpa


Carta al Gobierno de la Republica Bolivariana de Venezuela por Situación del Pueblo Yukpa
- GOBIERNO DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
PRESENTE
C.C
- JUNTA DIRECTIVA A.N DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
PRESENTE

Muy buen día, junto con saludarles afectuosamente, pasamos a exponer lo que a continuación se indica.
Desde Chile (Wallmapu), nos hemos informado de la situación que han enfrentado integrantes de Pueblo Yukpa en la Sierra de Perijá en Venezuela y que ha significado muertes, heridos y situaciones graves de violencia, como por ejemplo, lo que ha afectado al Cacique Sabino Romero y a su familia, así como lo ocurrido con su hija Zenaida, quien fue herida con dos balas de alto calibre, y una de ellas quedó alojada en su espalda. Estos hechos habrían ocurrido en medio de enfrentamientos entre ganaderos, el ejército y yukpas.
Frente a este escenario, que afecta a miembros de comunidades indígenas que han sido víctimas de la violencia de privados y del estado, del colonialismo histórico, de la exclusión, negación y desplazamientos, hacemos un llamado para que se hagan los esfuerzos sinceros y juiciosos, para que se terminen estos actos que van en contra de los derechos a la integridad personal y a la vida, para que se cumplan las normas básicas de Derechos Humanos y se asuma debidamente la responsabilidad estatal y vuelva la calma a estos territorios y a estas familias.
Con relación a Chile, es sabido de la grave situación que enfrentan miembros y comunidades del Pueblo Mapuche a causa de la violencia, represión, militarización de fuerzas especiales y operativas de la policía en comunidades y familias y la judicialización del estado chileno en contra de las movilizaciones de comunidades que exigen reparaciones de tierras ancestrales o bien, por la defensa del territorio ante la amenaza de proyectos de inversión de mega industrias o su expansión.
Ante este escenario, ha sido muy alentador el reciente pronunciamiento de la Asamblea Venezolana en apoyo al Pueblo Mapuche, manifestando a su vez, su preocupación por la situación humanitaria de los presos en huelga de hambre. En base a estos antecedentes, alentamos respetuosamente a asumir en consecuencia, la misma actitud categórica y justa, porque no es comprensible que en Venezuela instancias estatales persigan judicialmente a luchadores sociales indígenas como ha venido ocurriendo con miembros del Pueblo Yukpas.
Entendemos que todo proceso transformador de justicia para los Pueblos, debe basarse en políticas de descolonización, libre de discriminación y violencia estructural, con respeto irrestricto a los Derechos Humanos Colectivos, donde las Comunidades puedan realizarse libremente en su autodeterminación, autonomía y desarrollo, siendo una obligación de los estados en garantizarlos y avanzar en formas plurinacionales y pluriculturales de convivencia.
Finalmente, con respecto a la solidaridad y compromiso activo, quisiéramos señalar que Venezuela es uno de los principales países en Latinoamérica que importa productos madereros de las grandes empresas forestales chilenas que en suma de superficie acaparan miles de hectáreas en disputa con comunidades Mapuche por tenencia de tierras y que han sido destinadas a las plantaciones de monocultivo de especies exóticas de pino y eucaliptus y concentradas mayoritariamente en el centro sur de Chile, emplazadas en gran parte en el territorio ancestral del Pueblo Mapuche.
Estos grupos económicos señalados de origen golpista, han contado con el amparo, promoción, beneficios y ventajas otorgadas por el estado chileno desde la dictadura militar, quienes tienen hoy estratosféricas acumulaciones de fortunas, con un lucro desproporcionado y abusivo en desmedro de territorialidades, sus poblaciones y ecosistemas, gravemente impactados. Por ello, si de respeto a los Derechos Humanos se trata, consideramos indispensable una revisión a las relaciones comerciales que se han venido estableciendo, con grupos que sistemáticamente vienen transgrediendo al Pueblo Mapuche.
- COLECTIVO INFORMATIVO MAPUCHE MAPUEXPRESS
www.mapuexpress.net
- GRUPO DE TRABAJO MAPUCHE POR DERECHOS COLECTIVOS
coordinacionmapuche@gmail.com


http://www.mapuexpress.net/?act=news&id=9355