atardecer en el Waraira Repano

atardecer en el Waraira Repano
atardecer en el Waraira Repano, Julio 2010

lunes, 16 de enero de 2012

I.A.P.


La Investigación – Acción – Participativa:
Una vía para la transformación social[1]

Benjamín Martínez

Toda sociedad que desee sentir / hacerse autónoma, debe construir su propio sistema de enseñanza – aprendizaje. Sin embargo, no siempre esto se logra, debido a las dinámicas político-económicas en las cuales se encuentran inmersas a nivel internacional. Venezuela, como sabemos, es ejemplo de una intensa fricción entre las posibilidades o no de salir del dominio ideológico, material y cultural de una ciencia hegemónica que no desea reconocer el potencial epistémico de sus ciudadanos.
Ante esta realidad, la Investigación – Acción – Participativa (IAP), se presenta como una necesidad, dado que, nacida desde diversos espacios de Nuestra América, realza metodológicamente la potencialidad de un nosotros tradicionalmente excluido de la formalización del conocimiento.
Cuestionando el positivismo, cuyo único interés radica en la legitimación de “autoridades” que fuerzan la realidad en función de la expropiación y posterior mercantilización del saber, bajo el dominio de unos pocos, la propuesta de una Investigación que fortalezca genuinamente los procesos de emancipación social resulta indispensable.
Recordamos que la propuesta de la IAP, desde Orlando Fals Borda es, como toda experiencia científica, política, con la diferencia de que es una política en el buen sentido del encuentro de lo plural, tan es así, que no puede existir algo premeditado por un “experto”, pues incluso, esta misma figura no existe. El potencial de todos los involucrados, se realza como una intelectualidad que se construye colectivamente desde el principio de una problemática, tanto así que no puede existir hipótesis sino una problematización que, atravesando todo el proceso, potencia la reflexión inevitablemente crítica y dialógica.
Así mismo, al cuestionar la forma en que hegemónicamente se ha producido conocimiento, la misma idea de “Método” se diluye, al verse cuestionada la retórica verticalista que distancia al “experto” de la realidad de la cual él mismo forma parte. Con lo cual, la objetividad se devela como una ilusión con una fuerte carga política. Así, es la intersubjetividad la que adquiere trascendencia y es la que, en efecto, provee de sentido la labor investigativa.

De esta manera, Kuhn, tiene aún toda la vigencia, pero también la tradición crítica que se potencia con Marx, pues, debemos considerar las condiciones estructurales (materiales e inmateriales), desde donde estamos haciendo investigación y por supuesto, de quienes la realizamos. Como bien podemos darnos cuenta, se trata de una ruptura paradigmática entre una forma hegemónica que para nada contribuye al proceso de transformación social (esto es de involucramiento de la sociedad en la producción de conocimiento y, en general, de concienciación) y otra donde la creación no sólo es científica sino también cultural en todas sus dimensiones.
Al reconocer la implicación de la cultura en el proceso de formalización de la producción de conocimiento sobre la realidad, no sólo se realiza un acto de justicia con los elementos involucrados en el proceso de investigación, sino que se reconoce la amplitud que adquiere la reflexión y el grado de transformación de la propia existencia humana ante un determinado tema de estudio.
Para lograr esto la IAP, nos invita a su realización, desde una perspectiva, que bien podemos caracterizar como cíclica, o más bien revolucionaria, para usar los propios términos de Kuhn, esto quiere decir que se puede ejecutar en varias etapas.

De manera detallada:

Fase 1: Sensibilización
Consiste en reconocer la necesidad de una investigación, donde participen todos los sujetos involucrados, e incluso aquellos que no teniendo primeramente la voluntad de participar, resultan indispensables para la ejecución del proyecto. En este punto se destaca que no se trata de una investigación tradicional, sino de un proceso de transformación de una realidad donde, obviamente, se requiere el análisis de la situación o contexto donde ha surgido la inquietud colectiva, esto es, una necesidad sentida, que amerita ser resuelta, para lo cual, es indispensable el análisis colectivo. Las formas posibles de resolución, invitan a una reflexividad a partir de los recursos, estrategias y consideración de las capacidades de todo el equipo de investigación.
Fase 2: Problematización
Es el momento donde todos los involucrados especulan sobre la forma en que puede o no llevarse a cabo la investigación, y aunque indica un momento de arranque vital para todo el proceso, atraviesa, en tanto puesta en marcha de la praxis, todo el proceso de investigación e incluso, las propias subjetividades que le otorgan sentido. Una vez acordado el tema-problema, y la perspectiva teórica desde la cual se pretenderá la reflexión-acción, entonces se procede a la planificación.
Fase 3: Planificación
En esta fase se acuerda el cronograma tentativo a seguir para la realización de la investigación, así como los recursos materiales que puedan ser requeridos en todo el proceso.
Fase 4: Ejecución
Sintetiza la praxis, el desempeño de todo el equipo, y las tareas a desarrollar, el ajuste o no de las estrategias y recursos acordados colectivamente en las fases anteriores.


Fase 5: Evaluación
Aún cuando, por razones lógicas, la hemos ubicado en la última fase, el proceso evaluativo, como parte de un ejercicio colectivo y humano, está presente de manera indispensable en todas las fases, sin embargo, como fase final, la experiencia se evalúa de manera integral, sobre el cómo y el por qué se fue realizando la investigación de una forma específica en cada momento.
Cabe destacar que en esta fase, la experiencia acumulada, necesariamente desembocará en una nueva fase de sensibilización, la cual consiste precisamente, en socializar a partir de las consideraciones resultantes de la ejecución de una IAP, en el contexto en el cual ha surgido.

Referencias consultadas:

  • Fals Borda, Orlando: Conocimiento y poder popular. (Lecciones con campesinos de Nicaragua, México y Colombia). Siglo veintiuno editores / Punta de Lanza. 1986.
  • Kuhn, Thomas: La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica. Primera reimpresión 2007, de la tercera edición en español. (1962) Traducción de Carlos Solís Santos. México.
  • Leff, Enrique: Aventuras de la epistemología ambiental: De la articulación de ciencias al diálogo de saberes. Siglo veintiuno editores. Segunda edición, 2007 (2006). México.
  • McLaren, Peter y Farahmandpur, Ramin: La enseñanza contra el capitalismo global y el nuevo imperialismo (Una pedagogía crítica). Editorial Popular. España, 2006.


[1] Escuela Nacional de Administración y Hacienda Pública.  Abril, 2011.

Persona y sombra


Vigencia del concepto de persona y sombra
(perspectiva de Jung) [1]
Benjamín Martínez

“Con toda sinceridad me planteé la cuestión sobre en qué mundo me hallaba. Era, evidentemente, el mundo ciudadano que nada sabía del mundo del campo, del verdadero mundo de las montañas, de los bosques y ríos, de los animales y de los pensamientos de Dios…”
Carl G. Jung.
Recuerdos, sueños, pensamientos.
2008 (1964) p.127

En tiempos de acelerado desarrollo tecnológico en  los que se diluye y obvian determinadas explicaciones metafísicas sobre la existencia, y se acelera el proceso de enajenación desde temprana edad, debemos preguntarnos hacia dónde vamos y qué estamos haciendo por encontrarnos tanto en la pluralidad que, en esencia somos, como en la concreción de nuestras individualidades. En un proceso homogeneizante como el que se produce en la sociedad en la que nos encontramos debemos aprender a mirarnos, de lo contrario, seguiremos en el automatismo gobernado sólo por el devenir de la ilusión que nunca tomará asidero como vehículo de realización.

Una estrategia válida sería reconsiderar las categorías que pueden ampliar la perspectiva para seguir avanzando, reconociendo que dicho avance significa una constante transformación de lo que pretendemos ser.  Y en la dualidad inconmensurable de la persona y la sombra que nos sintetiza como seres humanos podríamos encontrar la clave. Jung la trabajó dando paso a un reconocimiento que va más allá de lo que pudiese parecer evidente. Sombra y persona es, podemos sostener, la grieta a través de la cual podemos contemplar la heredabilidad de nuestros procesos psicoculturales que otorgan sentido a nuestra existencia. La huella psíquica que permanece latente en nuestro presente y que más adelante pudo identificar como arquetipo reside en dicha dualidad. La persona como bien sabemos tiene un trasfondo en el pensamiento griego, y es precisamente la máscara de la cual nos valemos, pero también puede evidenciarse como posibilidad de realización.

En otras palabras, si bien no somos la máscara (sería más bien utilizar la palabra disfraz o traje), con la cual formamos parte de las diversas escenas sociales en la cual nos movemos,  sin ella no podríamos tener un lado oscuro, inconsciente, nuestra sombra, entendida en los términos de Jung como un conjunto de cualidades y atributos desconocidos, o escasamente explorados del ego, individuales y colectivos. Quizás más “fácil” de percibir en la alteridad que nos circunda que en nuestra propia constitución subjetiva. La dualidad entre persona y sombra y entre sujeto y alteridad, es pues, parte esencial para la configuración de nuestro principio de realidad, que se soporta en el universo cosmovisional  a través de las diversas realizaciones de lo que podamos llegar a ser.

Además de este importante legado de Jung, (que algunos dogmáticos podrían aseverar que sería una especulación metafísica), nosotros consideramos junto a otros, que
“La sombra no es el total de la personalidad inconsciente. Representa cualidades y atributos desconocidos o poco conocidos del ego: aspectos que, en su mayoría, pertenecen a la esfera personal y que también podrían ser conscientes. En algunos aspectos, la sombra también puede constar de factores colectivos que se encuentran fuera de la vida personal del individuo”[2]
Así, la metáfora como expresión simbólica de lo que nos constituye, incluso, como seres espirituales, sería pues, el ying y el yang, lo femenino y lo masculino, una dualidad marcada en algunas persona de un lado o del otro. Así también puede ocurrir que algunos seres humanos en algunas circunstancias y contextos se desplaza más la sombra o bien, la persona. Eso ocurre en el carnaval, donde se posibilita, por ejemplo, que el hombre se vista de mujer, el rico de pobre, determinadas ritualizaciones que son indispensables para el mantenimiento del ritmo cultural del sujeto, más precisamente, la subjetividad es fundada en la dualidad. Pero una dualidad que tiene sus espacios de representación, sus escenarios y roles, sin los cuales, no podría constituirse la sociedad, pues no habría proceso de socialización y mucho menos de endoculturación, que sería el reconocimiento de lo posible y lo no-posible, lo que podemos mostrar o no, lo cual va desde los valores hasta las actitudes y las conductas, en un proceso de transformación permanente. La invitación de Jung, es abrir la conciencia del campo semántico que nos constituye hacer consciente lo que parece no evidente, pero reconociendo el lugar que le corresponde en nuestra compleja subjetividad. Reconociendo incluso, que todos los seres humanos constituimos una totalidad asombrosamente conectada, donde muchas sombras y muchas personas, y en definitiva, muchas almas comparten una misma esencialidad.

“Si la igualdad colectiva no fuera un hecho originario y la fuente primera y la madre de todas las almas individuales, sólo sería una gigantesca ilusión. Pero, a pesar de toda nuestra conciencia individual, no deja de perpetuarse inquebrantablemente en el seno del inconsciente colectivo, comparable a un mar sobre le cual la conciencia del yo navegara cual un navío. Por eso nada o casi nada del mundo psíquico originario ha desaparecido. Al igual que los mares separan los continentes con su inmensidad y los rodean como a islas, así la inconsciencia originaria asalta por todas partes  a las consciencias individuales”. [3]

Sigamos pues, el legado de Jung, buscando la sintonía entre nuestra persona y la sombra, tanto individual como colectiva, sólo así seremos plenamente humanos.


[1] Presentado en la Electiva: Conceptos Básicos Jungnianos. Escuela de Psicología. Universidad Central de Venezuela. Semestre I - 2011.
[2] M.L. von Franz: El proceso de individuación. En Carl G. Jung: El hombre y sus símbolos. Paidós. Barcelona, España. 1999. (1964). Traducción: Luis Escolar Bareño. Pp. 158-229. P.168
[3] Carl G. Jung: Los complejos y el inconsciente. Alianza Editorial, Psicología. 2008  (1969). Madrid, España. Traductor. Jesús López Pacheco. P.39

miércoles, 11 de enero de 2012


El intelectual bolivariano del Siglo XXI: un aporte para fundar una episteme emancipadora desde la Democracia Participativa y Protagónica.[1]
Antr. Benjamín Martínez


  1. La Epistemología Plural como condición de una Epistemología Emancipadora.

Hablar de conocimiento es  entender las potencialidades de cada uno de los seres humanos en la construcción colectiva de la Cultura. El conocimiento, así entendido, surge entonces como un diálogo con la realidad, con el entorno sociocultural y ambiental de los sujetos. Tal diálogo se percibe, siguiendo a Platón, pero también a Hegel, como una dialéctica, una síntesis que deviene en antítesis y que consecuentemente genera una conclusión, no concluyente por el propio cauce histórico que elaboran los propio sujetos y sin el cual, no pudiese existir la Cultura. La Cultura como mediación, siguiendo a Geertz y quizás toda la tradición de la Escuela de Chicago, es el paradigma bajo el cual hemos podido suscribir la tesis cualitativa de que todo conocimiento sobre la realidad es válido para entenderla, incluso, y he aquí lo más relevante, mucho más pertinente que las teorizaciones academicistas generadas en salones distante años luz de los sentimientos y emociones de un colectivo, el cual políticamente denominamos Pueblo.

El pueblo posee su propio conocimiento generado desde contextos locales muy específicos y que responde a una realidad inmanente al sujeto histórico: el sentir. Del sentimiento se genera el saber y su inevitable generación colectiva y en tal sentido, Alejandro Moreno denomina a tal conocimiento episteme convivida. Conocimiento, reflexión que nace desde la cotidianidad, porque responde a los condicionantes socio e infraestructurales de la misma realidad.

Siguiendo a Moreno, pero política y culturalmente enmarcados en las realidades de los pueblos con mayor énfasis en el diálogo intercultural hemos venido trabajando el concepto con miras a un paradigma hermenéutico, hemos ido inclinándonos a la Epistemología Plural, conocimiento, reflexión permanente sobre el saber producido con una intención contrahegemónica, por la necesidad de desarrollar una Ciencia desde nuestra Propia Cultura, sin olvidar claro está cualquier posibilidad de diálogo.

Hemos hablado por ejemplo, de plusvalía en términos de la intelectualidad sometida al servicio del mantenimiento del “Orden Mundial” Capitalista. La economía mundial ha modelado desde el Renacimiento la Producción de Conocimiento al servicio de la Producción de Miseria, potenciada luego con mayor énfasis en los diversos procesos colonialistas, todavía hoy en boga por las academias en gran medida anglonorteamericanas a través por ejemplo, de la bioprospección, pero también por el patrocinio a los intelectuales que en gran medida caen en la red de la dinámica global.

Consciente de esta realidad, afortunadamente el pueblo con sus propios intelectuales, necesariamente de izquierda, ha posibilitado frentes contrahegemónicos muy concretos, en especial aquellos que se han involucrado con la causa indígena desde hace más de 35 años, y que han generado a partir de la conciencia sobre el potencial de la cosmovisión ancestral como generadora de saber un discurso propio y profundamente anticolonialista, nos referimos también a intelectuales como Robert Jaulin, Franz Fanon, Guillermo Bonfil Batalla, Miguel Alberto Bartolomé, Nelly Arvelo-Jiménez, Filadelfo Morales Mendez, Heinz Dieterich, Darcy Ribeiro, desde las Ciencias Sociales, sin olvidar a Pablo Neruda, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Andrés Eloy Blanco, entre otros, desde la narrativa, por citar algunos que han sabido cómo generar conciencia y generar frentes contrahegemónicos.

La episteme plural en esencia es un diálogo desde la base con el pueblo, a partir de allí es que podemos hablar realmente de una episteme, de un saber, de un conocimiento verdaderamente liberador, no de otra forma, no aplicando metodologías ininteligibles para  el propio sujeto que hace investigación, como por ejemplo la Investigación Participativa empaquetada desde  Norteamérica y afortunadamente reinterpretada por Fals Borda para la realidad latinoamericana, en especial de Colombia, su país de origen.

Por tal razón hablamos y debemos seguir hablando de epistemología, de saberes para el desarrollo endógeno, por eso debemos seguir el mandato de nuestra Constitución Bolivariana, donde se suscribe la convivencia en términos de plurietnicidad, pero también debemos hablar de ética, de ciudadanía, de conciencia sobre nuestros actos, con excesiva frecuencia etnogenocidas y antiecológicos.

Observemos nuestros actos, hagámonos una autoevaluación permanente de conciencia y veremos cuan distante está nuestro intelecto de una verdadera revolución. Sin amor, sin conciencia, jamás puede existir una episteme plural y por lo tanto, de emancipación y mucho más distante del verdadero desarrollo de nuestra Patria.


  1. Los ocho puntos cardinales para la autodeterminación.

Desde la noción de episteme convivida, pasamos a la de episteme plural y de allí a una episteme emancipadora, estos tres escalones no pueden subirse sin precisamente tener conciencia de sentido: la autodeterminación. Para alcanzarla realmente hemos venido proponiendo ocho horizontes de acción desde la Cultura, que se encuentran estrechamente interrelacionados:




De esta manera podemos ver la Cultura como resultado de la Mediación prístina entre la producción material, en sus diversas modalidades, desde una estética plural generada de la relación con la Naturaleza (Ecología), poniendo en práctica el potencial Cognoscitivo del ser humano, con Conciencia sobre tal producción (Epistemología) y de su pertinencia a partir de las relación entre los seres humanos (Política) es que se deriva el bienestar (salud), conciencia sobre el espacio habitado (Geopolítica), que posibilita la verdadera emancipación, pues respondemos a una ética sobre y desde la convivencia.

Como se puede notar, la producción, no responde aquí a la necesidad creada artificialmente desde la ideología capitalista, del homo economicus, sino más bien al ser humano, desde su propia condición. La exploración creativa, trascendente, de la cultura, sin mediación del capital, sino de ocho complejas dimensiones de la vida en relación con los hombres, mujeres, niños y niñas que conforman la sociedad.

  1. Sin desarrollo endógeno no puede haber socialismo del siglo XXI.

De lo expuesto en los dos puntos anteriores, argumentamos la necesidad de conciencia social, que obviamente es generada desde la cultura, y esto es lo que realmente pudiese posibilitar un desarrollo endógeno, que entendido desde este paradigma, es lo que lograría el socialismo del siglo XXI, enmarcado en el Nuevo Proyecto Histórico, profesado por Heinz Dieterich.

En el socialismo del siglo XXI, hablamos de un nuevo hombre, un hombre constituido por el cauce histórico de todas las luchas por la emancipación del saber, de la responsabilidad del hombre por mantener armónicamente su relación con el medio ambiente, escuchando a los chamanes de nuestros pueblos ancestrales, escuchando la experiencia de los ancianos en las urbes, el grito incesante de clamor de la naturaleza, el grito del hambre en los lugares más remotos del planeta.

Todos los hombres son intelectuales, como diría Gramsci, y todos tenemos la posibilidad de cambiar desde un saber venido de la praxis de transformar las injusticias sociales que incluso en una sociedad democrática pareciera que se potencian más: la patria aun parece que no ha parido, como diría nuestro hermano luchador Alí Primera, no ha parido el intelectual que produzca la República que necesitamos para enfrentar el imperio de Mister Danger[2]. El Momento es Ahora. Debemos Luchar desde la Producción de un Saber verdaderamente emancipador. Ese es el reto: un humanismo real.


  1. La Alternativa Bolivariana para América como proceso contrahegemónico  necesario para la humanidad.


Una de los intentos es pensar la unión latinoamericana, desde la interculturalidad, desde la solidaridad con nuestros hermanos del Sur, por eso, “el Norte es el Sur”. Hacia allá estamos andando y debemos seguir mirando, no como hicieron las élites del pasado, copiando modelos educativos de Francia o Inglaterra, ¡No! El proceso histórico venezolano demanda sus propios modelos educativos, el que hemos llamado Educación Bolivariana, que no es más que reformas trascendentes de la Educación Tradicionalmente Opresora, aun no ha nacido y hay que estar consciente de eso, hay esfuerzos, y podemos hablar, por ejemplo, de la Universidad Bolivariana, una combinación desesperada de metodologías para transformar a nuestras comunidades que afortunadamente hemos ido revisando, y determinando que no está en su totalidad permitiendo lo que debería ser un genuino y oportuno “diálogo de saberes”, al punto de que no existe una conciencia real sobre lo que debe ser una episteme convivida, plural y emancipadora.

La solidaridad entre los pueblos hermanos quizás puede dar nuevas luces al proceso educativo bolivariano, ese que ha permitido fortalecer por ejemplo, la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba, y que pronto funcionará en el Estado Bolívar en nuestro país. La Educación Bolivariana, más certeramente robinsoniana[3], es la Educación que se nutre del saber de los pueblos, y debe ser la Bandera, del Movimiento Mundial que estamos promoviendo en cada rincón donde vamos: la transformación total del mundo, cuyo epicentro lo podemos ver en el Congreso Bolivariano de los Pueblos a nivel político, como muchos otros encuentros como el que propicia por estos días, el Movimiento de los No Alineados.

Es desde esta realidad donde hemos venido suscribiendo la necesidad de la reciprocidad energética y sociocultural de la Alternativa Bolivariana para América Latina (ALBA).

El ALBA, surgido desde el diálogo de saberes, como sostuvimos una vez en la Universidad Mayor de San Marcos, Lima[4], es conciencia sobre la desplusvalización intelectual, conciencia sobre la necesidad de la integración, la unificación de las fuerzas contrahegemónicas que trascienden las fronteras políticas del mal llamado subcontinente latinoamericano: es la unión de los que luchan por la autonomía, por el diálogo de saberes, por una episteme y una metodología propia. Esa es la intención, el desarrollo desde nuestra cultura y desde el diálogo intercultural. He allí la trascendencia de encuentros como éste que esperamos seguir desarrollando, en pos de una humanidad unida por su propio bienestar.

Muchas Gracias

Valencia, Septiembre 16/2006





[1] Fragmentos de la Conferencia dictada en el Encuentro Nacional: Epistemología para la Emancipación. Valencia, Estado Carabobo. Venezuela. Sábado, 16 de Septiembre de 2006.


[2] Mister Danger, es el nombre dado por el Presidente Venezolano Hugo Rafael Chávez Frías, al Presidente Imperialista George W. Bush y su política etnogenocida de exterminio mundial.
[3] La Educación Robinsoniana es la que generó el Maestro del Libertador Simón Bolívar, Don Simón Rodríguez, quien suscribió la Educación del Nuevo Republicano desde, entre otras cosas, la conciencia ciudadana, diferente a la Europea.
[4] Martínez, Benjamín 2005. EL ALBA como estrategia globalizada. Entre la descolonización epistémica y la autodeterminación del ethos plural latinoamericano. Conferencia dictada en el Gabinete de la Escuela Académico  Profesional de Arqueología, Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Mayor de San Marcos, Julio 18, 2005. Lima, Perú.

CREDO DEL ESTUDIANTE BOLIVARIANO


Creo en el poder del estudio,
en el análisis y la síntesis
de una sola voluntad.

Creo en Bolívar y  Martí,
tanto como en Rodríguez y Bello
íconos siempre vigentes
tanto en el corazón como en la mente.

Creo en el proceso revolucionario
como una forma de encontrar verdades
junto a una Ciencia Plural
y Antihegemónica.

Creo en el poder de la Sabiduría Ancestral,
en la formalización de los saberes
y en una Academia nacida
desde y para las Sociedades.

Creo en la Plurietnicidad
como única vía de alcanzar Conocimiento.

Creo en la República Bolivariana de Venezuela
como principio de la Patria Grande.

Creo en Neruda y su Canto General,
en Nazoa y Prieto Figueroa,
en el Maestro que enseña el sendero
de lo correcto y lo incorrecto.

Creo en la Mujer Venezolana
creadora de Utopías.

Creo en la Educación Bolivariana
como el sendero necesario
para concretar los sueños.

Creo en un futuro
que se hace presente cada día,
en cada gesto, en cada palabra
tan universal como el Amor.


Benjamín Martínez
C.I.13.866.425
Caracas, 11/04/2006 09:40:46 a.m.