atardecer en el Waraira Repano

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atardecer en el Waraira Repano, Julio 2010

martes, 10 de enero de 2012

Teoría Crítica y epistemología plural como fundamentos de la
Intervención Compartida.[1]
Antr. Benjamín Martínez


Estamos aquí reunidos, una vez más gracias a la invitación que nos hiciera la profesora Adriana Malpica, desde la Coordinación Académica, conjuntamente con la profesora Aide Aponte, desde la Coordinación de Servicios Comunitarios desde hace ya más de dos meses. Entendiendo que el interés por compartir ideas no responde únicamente a la responsabilidad que como institución tenga el Colegio Universitario de Administración y Mercadeo CUAM Industrial de responder a un requerimiento del Estado en el cabal cumplimiento de la Ley de Servicio Comunitario; sino más bien, en el interés principal de crear profesionales integrales, ciudadanos con una alta capacidad de compromiso ético, desde sus respectivas disciplinas para la sociedad en la cual se desempeñen. Estamos aquí porque sin duda compartimos ese ideal, que hoy se consolida, una vez más, como un compromiso ineludible de quien desea construir colectivamente una propuesta de acción sobre el sentido de la investigación desde la relación comunidad - universidad y sobre todo, en este caso en particular desde el CUAM Industrial y sus comunidades vecinas.

Hace más de un mes, exactamente el 30 de Marzo, comenzamos nuestra intensión, compartiendo lo que hemos venido entendiendo como “Intervención Compartida”, bajo la conferencia: Investigación para el Desarrollo Comunitario: Alcances posibles de la intervención compartida y que dicté en el auditorio de este colegio. Hoy, luego de presentar aquél día de manera muy general, cómo debería concebirse desde nuestro criterio lo que es la investigación en función del desarrollo, trataremos de ir a sus fundamentos. El núcleo central de la teoría como diría Lakatos, y su funcionalidad orgánica, en tanto desmontaje ideológico de lo que realmente ha sido la investigación “tradicional” ampliamente arraigada a un sistema de producción específico. Nos referimos aquí al sentido capitalista y al positivismo sujeto céntrico desde donde las diferencias culturales y la subjetividad, no han sido precisamente el centro de atención.

Hoy no podemos dejar que la propia subjetividad pase desapercibida, pues es ella misma la que dirige las intenciones reales de la investigación, y la que al mismo tiempo demanda, las transformaciones necesarias que las propias sociedades exigen.

Es así como nos conducimos en esta oportunidad, desde el sentido de la investigación, desde una postura necesariamente crítica. No puede haber progreso científico, y de hecho no ha habido progreso sentido, sin una postura “inquieta”, “examinadora”, en fin, interrogativa de la realidad. Así ha surgido –y sigue surgiendo-  el conocimiento. Eso es lo que debemos rescatar, el potencial intelectual que tenemos todos los seres humanos de conocer lo que nos rodea e incluso, a nosotros mismos.

Es harto conocido por muchos antropólogos, que cada sujeto en la medida en que crea y legitima su cultura, genera un pensamiento altamente complejo para apropiarse, empoderarse de la naturaleza, y en ese mismo sentido, crear sociedad. Los alcances del estructuralismo de Claude Lévi-Strauss en este sentido, resultan altamente significativos.

El reconocimiento de que todos los seres humanos tienen la posibilidad de comprender-se críticamente tanto así mismo como a su entorno social y natural, es en cierto modo, un desafío, porque aún existe la discriminación étnica, e incluso racial, pero sobre todo existe algo más grave: la legitimación de determinadas creaciones intelectuales como “cultas” o “incultas”, como “complejas” o “simples”. Lo que a su vez, legitima la intención de determinados mecanismos ideológicos que marcan y cercenan las potencialidades propias del reconocimiento de la diferencia, y sobre todo de la posibilidad de emancipación del sujeto.

Nuestro enfoque valora las diferencias intersubjetivas como un paso decisivo al reconocimiento del otro como elemento trascendente en la creación de conocimiento. Con lo cual, necesariamente debemos acompañar nuestro planteamiento con un método que reconozca las diferencias como intencionalidades societarias desde la ética misma de la investigación con sentido plural.

Es por tal motivo que valoramos la aproximación que tuvo la primera generación de la Escuela de Frankfurt donde ubicamos a Theodor Adorno, Max Horkheimer y Walter Benjamin, donde el alcance epistémico de la crítica, como pensamiento de avanzada, dialécticamente permite la concreción de las diferencia antagónicas que escinden al sujeto. En nuestro caso no se retoma exclusivamente desde su impronta occidentalizada sino desde la alteridad misma, es decir, en nuestro caso, desde la propia realidad pluriétnica que nos define como latinoamericanos, sujetos plurales en toda su dimensión, el conocimiento surge desde las diversas formas en que surge el pensamiento crítico sobre la realidad.

Es desde esta perspectiva donde nos reconocemos como portadores de una oralidad y de una ancestralidad que se olvida muchas veces desde la indagación interpretativa de lo que somos, en tanto portadores / reproductores de un sistema aún colonial, o bien, plusválico, (Ludovico Silva) en el sentido de la reproducción de la desigualdad, en tanto industria cultural

Para ellos debemos insistir en autores como Gastón Bachelard y Wright Mills, desde la puesta en práctica de la imaginación en el desafío de conocer al mundo, pero también a Franco Ferrarotti, en la posibilidad de conocer al sujeto, y a través de él a toda una sociedad. La dialéctica como método nos hace partícipes de la construcción colectiva del conocimiento, desde el mismo momento en que reconocemos la desigualdad social, las contradicciones del sistema de producción económico-social, donde ha surgido una investigación al servicio de las grandes corporaciones y donde las universidades e institutos de investigación son meros reproductores de “capital humano”, y no de sujetos críticos.



La reconsideración del sujeto en tanto persona que vive en sociedad y que en ese mismo sentido, permite concretizar su propia acción desde la intención transformadora de su propio pensamiento, debe ser nuestro interés principal en el actual momento histórico que estamos viviendo.

Ustedes, los docentes, tienen en sus manos no sólo el futuro de esta institución, sino que también, junto a los estudiantes, son los principales impulsores de un cambio social efectivo, al cual aspiramos desde la verdadera puesta en práctica de la Ley del Servicio Comunitario, que no es sólo un requisito para “graduarse” y que no puede convertirse en un dolor de cabeza de los estudiantes, sino más bien, un impulso decisivo en la inspiración final de quien pasará a ser un profesional más de nuestra nación o de otras.

Dado que debemos afrontar el reto de superar el método “científico” tradicional en pos de la transformación que demanda nuestra compleja sociedad venezolana, las múltiples variantes culturales que en ella conviven representan grandes retos, tal y como lo expresa Zemelman:

“1) Frente a la explicación hipotético-deductiva, el razonamiento crítico-aprehensivo; 2) frente a la acumulación teórica, la exigencia de especificación; 3) frente a la exigencia de correspondencia con la realidad o prueba, la lógica de construcción del objeto, y 4) frente al enfoque definido por el ciclo dado o el producto cristalizado reconstruible, el razonar desde lo potencial (apertura, indeterminación).” (1992:172,173).

Como hemos dicho arriba, la Teoría Crítica frankfurtiana nos permite retomar el cuestionamiento de la forma en que se vive en sociedad, desde el “desorden mundial” (Todorov), del cual hoy somos, muchas veces inconscientemente, protagonistas. Nuestro punto de partida entonces, antes de comenzar a realizar una investigación, viene medido por la capacidad que tengamos de hacernos un autoanálisis sobre el por qué podemos definirnos hoy como investigadores, y qué nos hace pensar que somos tales. Seguido de un juicio al cómo hemos venido “haciendo investigación”, para luego enfrentar críticamente lo que es la institución a la cual pertenecemos o en lo que se ha convertido. En el sentido de que realmente esté aportando conocimiento significativo para generar los cambios que esperamos protagonizar como institución y como sujetos intelectuales.

La teoría crítica actual, y a la cual nos agregamos, es aquella que parte del reconocimiento de la postura de Gramsci, del potencial que tenemos para explorar creativamente nuestra cultura, y en tanto es así, aunque todos tengamos esa posibilidad, no todos tienen la posibilidad de ser reconocidos como tal, y allí el factor decisivo de la élite a la vanguardia de lo que es y no es “pensamiento / conocimiento”, ese es el desafío. La incursión de los movimientos emergentes, bien sean campesinos, ecologistas, indígenas, laborales, apunta a la dirección del reconocimiento cultural, pero también a un reconocimiento de la persona que es quien lucha por sus ideales.

La reivindicación cultural es en sí misma, una reivindicación humana, intelectual. La investigación por tanto, que se diga social, debe considerar estas diferencias como impulso decisivo al cambio como tradicionalmente se ha venido haciendo investigación. Es ese cambio el que desde la década del setenta se ha reconsiderado con el cada vez más destacado paradigma cualitativo, con la valoración del potencial que la propia subjetividad de quien es investigado, aporta de manera decisiva al conocimiento de la realidad social. Es desde ese horizonte que hace más de una década el reconocido antropólogo Clifford Geertz sostuvo, a propósito del papel del etnógrafo:

“la distinción (en todo caso relativa) que se da en las ciencias experimentales o de observación entre “descripción” y “explicación”, se da en nuestro caso como una distinción aún más relativa entre “inscripción” (“descripción densa”) y “especificación” (“diagnóstico”), entre establecer la significación que determinadas acciones sociales tienen para sus actores y enunciar, lo más explícitamente que podamos, lo que el conocimiento así alcanzado muestra sobre la sociedad al que se refiere y, más allá de ella, sobre la vida social como tal. Nuestra doble tarea consiste en descubrir las estructuras conceptuales que informan los actos de nuestros sujetos, lo “dicho” del discurso social, y en construir un sistema de análisis en cuyos términos aquello que es genérico de esas estructuras, aquello que pertenece a ellas porque son lo que son, se destaque y permanezca frente a los otros factores determinantes de la conducta humana. En etnografía, la función de la teoría es suministrar un vocabulario en el cual pueda expresarse lo que la acción simbólica tiene que decir sobre sí misma, es decir, sobre el papel de la cultura en la vida humana”  (1996:37)

De tal manera que,

“Considerar las dimensiones simbólicas de la acción social –arte, religión, ideología, ciencia, ley, moral, sentido común- no es apartarse de los problemas existenciales de la vida para ir a parar a algún ámbito empírico de formas desprovistas de emoción; por el contrario es sumergirse en medio de tales problemas. La vocación esencial de la antropología interpretativa no es dar respuestas a nuestras preguntas más profundas, sino darnos acceso a respuestas dadas por otras (…), y así permitirnos incluirlas en el registro consultable de lo que ha dicho el hombre” (1996:40)

Sin duda, aunque tenemos algunas discrepancias con la visión de la antropología como “interpretación” del “otro”, (en tanto que nuestra postura es que la antropología es en sí misma un compromiso de acción, tal y como lo sostuviera Darcy Ribeiro), la reflexión de Geertz, nos permite entender lo que precisamente le otorga esa condición particular que ninguna otra ciencia puede llegar a tener, ante el desafío complejo de entender-estando, del investigador, pero también del estando-siendo que es, en definitiva, la comprensión del hombre, desde un horizonte afectivo, crítico, epistémico y sobre todo sociopolítico e ideológico.

El conocimiento de la realidad exige un conocimiento del momento como continuidad, es decir, conocer diacrónicamente que es lo que configura a la persona como tal, en tanto que produce un conocimiento altamente significativo desde su propia representación en un momento determinado. Tal  y como lo expresa Horkheimer

“Cualquiera que sea la diferencia de los intereses, el momento subjetivo en el conocimiento humano no es el capricho de los hombres, sino aquella parte de sus actitudes, de su educación, de su trabajo, en suma: de la propia historia de cada uno, que ha de ser comprendida en conexión con la historia de la sociedad” (2003: 42)

Lo cual debemos acompañar con la propuesta metodológica de Ferrarotti


“captar el nexo de condicionamiento recíproco que intercorre entre diferentes niveles de experiencia y entre éstos y el plano macrosistémico estructural, a fin de fijar los primeros elementos de una dialéctica relacional en la que naturaleza y cultura, ambiente e historia, sistema, clase, grupo e individuo establezcan entre sí una relación necesaria y al mismo tiempo apriorísticamente (dogmáticamente) no exactamente (cuantitativamente) previsible. Desde el punto de vista estrictamente metodológico-operativo, propongo el examen del acontecimiento o de la situación (decisión, hecho, historia a nivel sistemático macrosocial) tal como se configura en un plano estructural sistémico según una triple “red” que describa, explique e interprete la intersección con la comunidad susbsistémica (como se percibe, conoce, evalúa, “reacciona” a nivel local) y con el plano de lo vivido por el “grupo primario” y del individuo singular, en cuanto socializado y por lo tanto constituido como persona en el grupo.” (1991:120)

Nuestra propuesta de episteme plural, consiste en la consideración de la producción de conocimiento desde cada una de las realidades culturales en las que se establece la vida en sociedad y para lo cual necesariamente ha existido un conocimiento, un conocimiento, al cual, por ejemplo, la propia historia oral ha recopilado, y especialmente de los pueblos indígenas podemos aprender mucho en este sentido. Tal y como sostuviéramos hace ya casi dos años, la episteme plural consiste en

“un corpus cognoscitivo procesado y producido por todos los actores culturales, sean indígenas, campesinos, “criollos”, afrodescendientes, etc. De esta forma, percibimos el mundo cosmovisional representado por los autores como la estructura sobre la cual se construye el saber fundado en la práctica”  (Martínez, 2005:46,47)


Así, la intervención compartida, siguiendo el hilo de la conferencia del 30 de marzo en esta misma institución, la definiremos como:

La consideración ética, antropológica e ideológica de que los sujetos de una comunidad determinada participen activamente en el análisis de sus propias potencialidades intelectuales conjuntamente con otros investigadores. En función de trabajar colectivamente y de manera consensuada, por la transformación de la realidad, entendida ésta como totalidad dialéctica. A través de la etnografía como proceso colectivo, donde el proceso de transformación se establece en el momento mismo en que se comienza a elaborar el diagnóstico de la realidad donde se manifiesta temporal y espacialmente la situación problema. Sirviéndonos de entrada de una perspectiva crítica y de una orientación plural que considera las diferencias de cada uno de los involucrados como un potencial significativo en la generación de nuevos conocimientos.

Muchas gracias por su atención.



Referencias citadas:

         FERRAROTTI, Franco 1991 La historia y lo cotidiano. Trad. Claudio Tognonato. Edic.  Península. Barcelona, España.

          GEERTZ, Clifford 1996. La interpretación de las culturas. Gedisa. Barcelona, España.
           HORKHEIMER, Max 2003 Teoría Crítica. Amorrortu. Buenos Aires. Argentina

     MARTÍNEZ, Benjamín 2005  En torno al concepto de epistemología plural (redefiniendo la función social de la ciencia desde la antropología). Antropologando, Revista Venezolana de Antropología Crítica, Año 4, Nro 14. (Julio-Diciembre) Pp.41-60.
    
     ZEMELMAN, Hugo. 1992. Los Horizontes de la Razón. I. Dialéctica y Apropiación del presente. Editorial Anthropos. Barcelona, España y El Colegio de México, México D.F. Barcelona, España.



[1] Charla dictada a los profesores del Colegio Universitario de Administración y Mercadeo (CUAM Industrial). Valencia, Estado Carabobo, 2 de Mayo de 2007.

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